Viernes santo: sinécdoques del alma alienada

Para el topo del Retiro y el Golafre de las Pitiusas
Por regla general y particular, cuando un fenicio quiere algo de alguien no le dice abiertamente lo que quiere, todo lo que quiere, cómo lo quiere y cuándo lo quiere. Él tiene y retiene la idea apetecida en la cabeza, pero, como sabe y enseña Pájaro bobo, la va soltando lentamente, en fascículos y por estampas, de modo que su interlocutor, socio, víctima, pringao o simplemente panoli vaya tragando poco a poco o mucho a mucho y él pueda controlar la situación en todo momento y gobernarla, administrarla y dirigirla cómodamente desde una posición ventajosa. Ventajista nato, el fenicio supedita siempre la táctica, con sus amenazas y sus actos de sumisión, con sus promesas de lealtad y sus gestos de deslealtad, con sus plantes y sus desplantes, con sus incursiones y sus regresiones, a la estretegia. Principio básico: no hacer nunca declaraciones de principios, pero exigírselas siempre, y siempre por anticipado y por escrito (a ser posible blindaje incluido), a su interlocutor, socio, aliado, rival o enemigo. Para eso está la sinécdoque auxiliada, cuando procede y el caso lo requiere, por otros tropos de la lengua y por la semántica del discurso político.
Los trenes de cercanías son la sinécdoque de la Renfe y la Renfe es la sinécdoque de todas las vías de comunicación españolas, El Prat es la sinécdoque de los aeropuertos de Cataluña y de más allá del Ebro, el Partido Popular es la sinécdoque no sólo de los fascistas españoles sino incluso de todos los españoles, fascistas, no fascistas y antifascistas, Madrid, capital del Reino, es la sinécdoque de España, de toda España, de todas las Españas «que se hacen y se deshacen». Sensu contrario, la parroquia del Club de Fútbol Barcelona, con su presidente en la puerta, es la sinécdoque de todos los independentistas catalanes y los independentistas catalanes son la sinécdoque de todos los catalanes, de la misma manera que los catalanes son la sinécdoque de todos los habitantes de Cataluña, ciudadanos o no ciudadanos, y Cataluña es la sinécdoque de la Gran Cataluña o de los Países Catalanes. Gracias a la sinécdoque, todos los habitantes de Cataluña, nativos o no nativos, son independentistas, pues aquí sólo hay independentistas. A efectos de contabilidad democrática o, más exactamente, pseudodemocrática, los no independentistas no existen, toda vez que no tienen ni voz ni voto, y además son enemigos de Cataluña.
En definitiva, la sinécdoque es ante todo la base de un método de argumentación por oposición permanente de contrarios, sin síntesis posible pero con marcha adelante y marcha atrás, pues del mismo modo que, si conviene, se va avanzando sin parar, como hace, por ejemplo, el carallot Carod, si conviene, se da marcha atrás, como simulaba hacer pero nunca hizo en sus tiempos de honorable el ex honorable Pujol ben Gurión, y no sólo no queda ni rastro de lo que se ha dicho y se ha prometido/pactado sino que —oh prodigio de la sinécdoque— nada impide afirmar y demostrar, cuando la cosa se pone fea, que todo ha sido una sucia maniobra contra Cataluña y los catalanes montada por sus enemigos de siempre, como han afirmado y han demostrado una y mil veces, en el pasado y en el presente, sus políticos y los servidores de sus políticos.
Resumiendo: la sinécdoque permite modelar a voluntad hechos y realidades, incluso convertir conjuras, intrigas, aquelarres y fantasmadas en ataques a Cataluña. Y, si conviene, hacer desaparecer como por arte de magia fraudes y agresiones de cualquier índole y procedencia. Para eso está el nutrido y bien remunerado equipo de amanuenses que escribe y reescribe, prescribe y proscribe, inscribe y transcribe al dictado/servicio de la Generalidad.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿es posible hacer comprender a un fenicio que tal vez, sólo tal vez, él podría ser, sólo podría ser, el causante por activa y por pasiva de sus agresiones, tanto de las que ejecuta como de las que sufre, tanto de las reales como de las imaginarias?

Nota
Con permiso del psicoanálisis y los psicoanalistas, Pájaro bobo diría que culpar a otro o a otros de todos los males de uno, a medida que van produciéndose, da derecho a hablar de patologías como complejo de inferioridad e incluso alienación. Dentro de esta línea quiere hacer constar como detalle significativo que en alemán el complejo de superioridad se llama «complejo de inferioridad sobrecompensado» y se escribe así: Überkompensierteminderwertigkeitsgefühl.

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