11 de septiembre: tres agentes del Sanedrín catalán en los Madriles

Espías que siguen espiando a sabiendas de que los están espiando

Si la Rosa de los cardos tenía por misión arruinar la Biblioteca Nacional, de modo que no fuera ni biblioteca ni nacional (algo así como, salvando las distancias, lo que debía hacer Josep Piqué con el partido de los impopulares populares de Cataluña), Valentí Puig, el «Golafre de las Pitiusas», lleva años guarreando las páginas de ABC, el único diario de todos los españoles, para que sus lectores cojan asco a la lectura y de paso no se enteren de lo que pasa ni en España ni, por supuesto, en ese trozo de ella llamado Cataluña. Llevado de su dominio del medio, o de su cinismo, este agente del Sanedrín catalán no se limita a amontonar palabras: nos toma por tontos y se presenta como listo, como entendido, como conocedor de todo lo conocido y conocible. Una auténtica lumbrera de la perfidia en el ámbito de letra impresa. Por todo ello, Pájaro bobo, convencido de que estamos ante un delincuente de tomo y lomo, le grita: «Miserable, avergüénzate de tu comportamiento».
El caso de Enric Juliana, bautizado en este universo virtual con el sobrenombre de «Topo del parque del buen Retiro», coincide en líneas generales con el del «Golafre», pues él también reside y trabaja en los Madriles por encargo del Sanedrín catalán, pero se dedica específicamente husmear, rastrear y, en la medida de lo posible, sembrar cizaña para luego informar a sus jefes a través de La Vanguardia, órgano del Govern. En un principio, Pájaro bobo pensó que el subsodicho plumilla tenía ingenio y chispa, pero con el tiempo ha podido comprobar que su bagaje intelectual, tanto en conocimientos como en estructuras mentales, es sumamente precario. Él procura ocultar su pobreza recurriendo igualmente a la acumulación o sorites, pero, en cambio, utiliza un lenguaje coloquial, a veces incluso poético, para verter sus cápsulas de veneno con plena o casi plena impunidad. Podemos pensar que cobra de la Generalidad por su labor de rastreo diario del clavegueram (alcantarillado) metropolitano, pero difícilmente podríamos imaginar que pudiera ganarse el sustento como corresponsal de guerra. En cualquier caso, para un agente en misión de espionaje en los Madriles siempre es un mérito exhibir un manejo deficiente y, a ser posible, pobre del idioma español.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿por qué los agentes del Sanedrín catalán en Madrid viven como señores y gozan de la condición de tales, cuando muchos españoles residentes en Vascongadas están sometidos a la ley de los trabucaires etarras y muchos españoles residentes en Cataluña sobreviven en condiciones de muerte civil y sus nombres figuran en las listas negras elaboradas por los comisarios políticos de la Generalidad?

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