Artículos del día 22 de enero de 2007

Dos maneras de matar y una pregunta

Hace algunas décadas, el presentador de un programa de la Televisión germana planteó esta situación a los videntes/oyentes: dos personas están en el desierto; una de ellas guarda en su mochila condumio suficiente para vivir y sobrevivir, pero éste —un mendrugo de pan, unos cuantos dátiles y un poco de leche de camella en un cuenco— sólo alcanza para una persona durante un par de días ¿Tiene derecho el agraciado a intentar salvarse, acaparando el condumio, y dejar que su compañero muera?

El programa dio lugar a un debate a vida o muerte. En él intervinieron videntes y televidentes que se masturbaron el cacumen, quien más y quien menos, en busca de argumentos para sus teorías y teorías para sus argumentos. Al final se recabó la presencia de un rabino, que expuso su doctrina y formuló su dictamen en estos términos: el habiente tiene derecho a defender su supervivencia; en este caso, las consecuencias [ahora se diría probablemente los efectos colaterales] no son responsabilidad suya.

Pájaro bobo se pregunta y pregunta: en esa misma situación, ¿tiene derecho el no habiente a defender su vida y matar al habiente en aras de su supervivencia, en vez de resignarse a morir?

Opiniones versus realidades

Al igual que el pequeño y contrahecho chino de Königsberg y tantos seguidores suyos, Pájaro bobo entiende que la realidad como cosa en sí [Ding an sich] es intangible, inaprensible y en definitiva incognoscible por y para la mente humana, a la que —oh blasfemia— sirve, según él, en tanto que referente ideal. Y, toda vez que nuestro conocimiento es, por su misma naturtaleza, necesariamente subjetivo, Pájaro bobo considera que el ser humano hará bien en aprender a hablar a título personal y, consecuentemente, expresar sus ideas como una opinión, que es lo que son ¿No ha actuado el dogma como lecho de Procusto de nuestra religión a lo largo de los siglos? Afortunadamente, la ciencia no tiene dogmas. Desde la antigüedad clásica, infancia histórica y sólo histórica de nuestra civilización y nuestra cultura, sabemos que todo fluye. Be water, my friend.

¿Miente o no miente el rabino?

Finales del siglo XIX. El rabino Samuel va por una calle de Lodz, en la parte polaca de la Zona [the Pale of Settlement]. Se encuentra con su colega el rabino Moisés. Moisés pregunta a Samuel: «¿De dónde vienes?» Samuel contesta: «De Cracovia». Moisés le perfora la cabeza con una descarga de envenenados [vergiftete] dardos saduceos: «Dices que vienes de Cracovia y dices bien, pues efectivamente vienes de Cracovia, pero lo dices para engañarme». Samuel, ladino entre ladinos, sonríe y sigue su senda. No suelta prenda, pero…

Allá por los años cuarenta del siglo XX el catecismo del padre Ripalda, oh infancia de catecismo y padrenuestro, rezaba más o menos: «Mentir es decir lo contrario de lo que se piensa con intención de engañar».

Pájaro bobo pregunta: ¿se miente o no se miente cuando se dice verdad con intención de engañar?

Él sostiene que, con independencia del contenido de una proposición, decir algo con intención de engañar a alguien es mentir o, al menos, equivale a mentir. ¿Está equivocado? Es posible, pero él procura no decir ni lo que no piensa ni lo que piensa con intención de engañar.