Olegario Ortega: 609 173 172
Texto: La hora de Gog y Magog
Olegario Ortega: 609 173 172
Texto: La hora de Gog y Magog
Uno está convencido –en la medida en la que un ser humano puede estar convencido de la veracidad y la veraz interpretación de un mensaje no humano escrito por mano invisible en muro de papel y letra impresa y allí mismo leído después con ojo azaroso y furtivo– de que nuestra sociedad, la sociedad de principios del siglo XXI, predadora ilegítima, ni racional ni instintiva, ahora, sí, irremisiblemente capitalista y sólo capitalista, está a punto de vivir, tras el paso imperceptible, sólo imaginado, de una centuria a un milenio, una hora límite: el fin inexorable, buscado y no deseado, de una carrera, a la vez errática y frenética, en pos de un señuelo llamado progreso, golem servil y celoso, a la postre levantisco y despótico, imagen ideal en un principio complaciente, siempre ficticia y desleal a los ojos de miríadas de corredores salidos en levas, llegados a oleadas, y la irrupción súbita, nunca inicio de proyecto programado, tampoco concierto programático, de un futuro no más incierto que otros futuros, sí menos prometedor, en el que las interrogaciones más patéticas y acongojantes apuntan en corto y en directo, por primera o última vez, a la vivencia y la supervivencia de la humanidad en su conjunto, de la especie homo sapiens en su individualidad, abocada, sin escamoteo posible, sin desvío viable, sin demora memorable, una vez roto el precario equilibrio inicial y excluidos en vida y de por vida alianza, pacto y negociación, tras errores, fraudes y abusos constantemente agrandados, rara vez aminorados, nunca cortados de cuajo y en redondo, al aniquilamiento y la destrucción no sólo de todo aquello que aún hoy es obra y hechura suya –mundos físicos, universos mentales, hábitat en suma, morada y cárcel– sino también de lo que, causa de la causa, constituyó su propio ser y existir en cuanto fenomenología, no epifanía y glorificación, de un espíritu venido a menos, a lo largo de una derrota que, cuando el Verbo ya era Verbo y el universo aún era nada, cuando la nada era todo o casi todo y la materia prima aún no había roto el vacío poco menos que infinito, todavía ajeno al tiempo, en la implosión-explosión primordial, se inició con un soplo, aliento ensoberbecido de una voluntad de poder fatua y fatídica, negadora de Dios, émula de su divinidad, atrapada luego para siempre, una vez hecha carne y sangre, en la trampa de la contingencia, dominio de la alienación y exilio de almas. ¿Pero es que acaso no está escrito en el libro de libros, aquel en el que la palabra es idea y la idea remisión a la Idea, que la purificación y la redención del ser humano pasan inexorablemente por el aniquilamiento y la destrucción del animal hombre con todo lo que este ha concebido y ha construido a su imagen y semejanza en el espacio a lo largo de los tiempos?
DESCRIPCIÓN DEL CONTENIDO DE LOS 16 ARCHIVOS
En este documento, integrado por un total de dieciséis capítulos, correspondientes a los dieciséis años que van del 26 de diciembre de 2006 al 26 de diciembre de 2021, están contenidas todas las entradas del blog El búnker de pladur.
De acuerdo con el programa de trabajo fijado, la tarea consiste ahora en utilizar el conjunto de esas entradas como parcela acotada y soporte a la vez argumental y documental de tres libros —Relatos y ensoñaciones (1), España en un blog: El búnker de pladur (2) y Patriota y pensador (3)—, que me propongo escribir en un próximo futuro.
Mi deseo último es que esos tres títulos, unidos a Europa: Ida y vuelta, 1955-1967, ya publicado, constituyan el legado intelectual y el modesto homenaje de este español a su Patria.
¿Relatos y ensoñaciones? o ¿Ensoñaciones y relatos?
Me inclino a pensar que primero es y está la ensoñación, que surge de manera espontánea o, al menos, imprevista e ilumina la mente. No es una creación ex nihilo, hasta ahora reservada a Dios, pero diría que se le parece.
Después viene el relato, que es recreación secuenciada siempre y necesariamente en el tiempo y en el espacio. Estamos en el ámbito de lo contingente o, si se prefiere, de lo fenoménico. Ahí se sitúan todas y cada una de nuestras existencias con todas y cada una de sus peripecias, escenarios incluidos.
Hasta ahora no sabemos por qué y para qué existimos, pero de momento podemos recurrir a la ensoñación.
Y seguimos.
A mi entender, la práctica de la llamada gestación subrogada (vulgo, vientre de alquiler) con todas sus variantes y subvariantes y al margen de su finalidad y de los medios empleados, no es, de momento, ni legal ni ilegal, sino simplemente alegal.
Llevo más de cuarenta años asistiendo, cobarde e impotente, a la agonía de mi patria. ¿Asistiré, cobarde e impotente, a su muerte? ¿Qué hago con mi vida ruin y miserable?
Cuando estoy a punto de cumplir 89 años decido abandonar la lucha y disponerme a vivir mi muerte. Tengo Alzheimer y algunas de sus secuelas más comunes, como fallos de memoria y alejamiento respecto de la realidad inmediata. Todo, sabido y conocido. Quiero pensar que no tengo ni odio ni rencor, tampoco angustia. Los trajines de mi entorno no me afectan o, al menos, eso quiero creer. Soy un espectador.
El enfrentamiento Rusia-Ucrania ha iniciado una escalada que todos los países, implicados y no implicados, temían y temen cada día más, dadas las dimensiones que puede cobrar en un futuro inmediato. Una guerra nuclear es algo que nadie quiere, pues podría significar el fin de la humanidad. Una vez más y para siempre: ¡No a la guerra!
Tengo la sensación de que estoy asistiendo a la destrucción de España a manos de sus propios hijos en una delirante conjura de conjuras. ¿A qué? ¿Para qué?
Llevo más de cuarenta años asistiendo, cobarde e impotente, a la agonía de mi patria. ¿Asistiré, cobarde e impotente, a su muerte? ¿Qué hago con mi vida ruin y miserable?
Por lo que sé o creo saber, en catalán no se pronuncia nunca el equivalente de la españolísima lealtad, mientras que el equivalente de deslealtad es, además de impensable, prácticamente impronunciable. De acuerdo con mis cálculos hay un par de docenas de palabras que un catalán con mentalidad catalana y sentimiento de pertenencia catalán ni piensa, ni pronuncia, ni utiliza nunca.
Curiosamente, aunque no soy catalán creo que estoy en condiciones de reproducir los procesos mentales de un catalán e incluso de pensar como un catalán gracias, por ejemplo, a mi actividad como traductor en la línea de James Joyce en Ulises.
Aclaración. De todos modos creo que lo de mentir y fingir con sus afines y similares no se me da muy bien. ¡Por cabezón!