Artículos del día 1 de abril de 2007

¿Aquelarre o Asamblea Constituyente?

Disuelto el aquelarre o conciliábulo convocado por la banda del carallot (botarate) Carod en la que bien podría haber sido una noche de Walpurgis memorable e incluso histórica, brujos, brujas, fantasmas y fantasmones han vuelto a sus despachos en la Generalidad. Según el programa elaborado por el Consejo Superior de la Brujería de los Países Cataláunicos (CSBPC), la próxima convocatoria será a la vez la última y la primera, pues —aquelarre o conciliábulo— tendrá nombre y categoría de Asamblea Constituyente. En ella, brujos, brujas, fantasmas y fantasmones recibirán el título honorífico de Padres de la Patria. Será una fantasmada para la historia.
De momento, repesentantes y valedores de los presuntos implicados se afanan en borrar huellas y rastros de la última y, lamentablemente, fallida acampada. Todo ha sido un invento diabólico y una intriga igualmente diabólica del centralismo chulesco de Madrid y los fascistas del PP para desacreditar a Cataluña y los catalanes.
Enric Juliana, el Topo del Retiro, dice incluso que unos y otros «hubieran podido [en lugar de habrían podido] idear un mejor ardid para desprestigiar a Cataluña». (Lección por vía urgente: «Si hubieran tenido un poco de imaginación, habrían podido idear un ardid…).
Pájaro bobo entiende que su fórmula es: nosotros maquinamos y perpetramos la trampa-traición y después os decimos cómo queremos que nos llaméis y cómo debéis llamarnos. ¿O es que acaso estáis dispuestos a aparecer a los ojos de los demócratas de todo el mundo como enemigos de Cataluña? Si no lo hacéis llamaremos a los árabes, y entre ellos y los vascones vamos a dejaros en calzoncillos. Fuera la Bética, fuera la Tarraconense, fuera Navarra y Euskalerría, fuera incluso la Galitzia de los celtas. Y, por supuesto, fuera las islas Baleares y las islas Pitiusas.
El Topo del Retiro da manotazos a izquierda y derecha. Habla incluso de Acció Catalana. La define como una «logia transversal», y, aunque a continuación dice que no existe, recomienda que se actúe como si existiera. Un auténtico planteamiento fenicio para letrados e iletrados, para mercaderes púnicos e indígenas indigentes e ilusos.
Josep Piqué mete cuchara y se lleva a la boca un bocado de los suyos: «Menos mal que estamos en España». Para un separatista ser y estar son verbos muy importantes en el ámbito de la semántica política de este país: no es lo mismo estar en España que ser (parte de) España. El impopular líder Popular practica el juego de las ambigüedades propio del enemigo y se lo apropia. En La Vanguardia nuestra de cada día, con anuncios por palabras de concubinas y puticlistas, de peones bolivianos y ecuatorianos, de mensajes y consignas de la Generalidad de los catalanes para los catalanes, un quídam de nombre Jordi recuerda que la Nebrera, fichaje bomba o petardo del tal Piqué, definió el oasis catalán como «charca ponzoñosa», sintagma que, a decir verdad, nos regala una metáfora no exenta de intención, extensión e intensión, de sentido y significado, de pregnancia, prestancia y pertinencia.
Ahí estamos, el oasis de la Fenicia de Poniente convertido en una «charca ponzoñosa» por obra de los enemigos de Cataluña.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿es cierto que si Cataluña, perdón Catalunya, logra la independencia, la Generalidad modificará el ancho de las vías de ferrocarril catalanas para adecuarlo al ancho de los ferrocarriles europeos y, al mismo tiempo, impedir que los trenes provenientes de Madrid puedan entrar impunemente en territorio del Estat Català?
Nota
De ahora en adelante, ciertos aquelarres podrán llamarse también fantasmadas. Y, lógicamente, ciertas fantasmadas tendrán categoría de aquelarres.

En procura de la memoria ultrajada

Hoy, uno de abril de 2007, hace exactamente tres años y un día que quien escribe y suscribe publicó en la pagina 58 del diario ABC, bajo la rúbrica de Tribuna, un extenso artículo titulado Por una izquierda fuerte para una España unida, en el que abogaba por la unidad de España y los españoles. A pesar de denunciar en él lo que podía ocurrir en el futuro inmediato, y no debería ocurrir ni entonces ni nunca, su autor procuró adoptar una línea expositiva presidida por un pulso mesurado aunque no exento de la vibración propia de quien asume por una vez la tarea de mensajero en el tiempo. Y terminaba diciendo:

Mi deseo ferviente es que realidades como España y su unidad estén siempre por encima de todas las ideologías, empezando, cómo no, por la mía, y que el Partido Socialista sea realmente fiel a sus principios y esté a la altura de las circunstancias en estos momentos en los que, parafraseando unas conocidas palabras de Martin Heidegger, tengo que decir por enésima vez que a España «le va el ser en el ser».

Mañana reproduciré en esta misma página el texto completo del artículo publicado el día 2 de abril de 2004 en el diario ABC.
Mientras tanto, he aquí algunas preguntas ingenuas e intempestivas
¿A partir de qué distancia en el tiempo puede hablarse con propiedad de memoria histórica?
¿Forman parte de la memoria histórica las traiciones y los olvidos deliberados?
¿A qué memoria pertenecen los olvidos?
¿A qué historia pertenecen las traiciones?
¿Por qué no se pregunta y se consulta a los que sufrieron los hechos históricos antes de hablar de memoria histórica?
¿Y si la memoria histórica de los que sufrieron los hechos históricos no tuviera nada que ver con la memoria histórica de los que hablan de ella sin haberlos vivido?
¿Y si los que sufrieron los hechos históricos denunciaran por embaucadores a los que hablan/negocian con la memoria histórica?
¿Y si los que hablan de memoria histórica sufrieran algún día algo parecido a los hechos históricos que utilizan ahora de manera fraudulenta?
¿Y si la llamada memoria histórica fuera en realidad un ajuste de cuentas?
¿Y si la pretendida memoria histórica fuera sólo un ardid para evocar la República y evocar la República fuera sólo un ardid para reinstaurar la República?
¿Y si reinstaurar la República fuera sólo un ardid para acabar con la monarquía e imponer un Estado federal o confederal en el que no quedara de España ni el nombre?
¿Pueden decir, a estas alturas de la película, valedores, promotores y defensores de la memoria histórica que no saben que para algunos de sus compañeros de viaje al pasado la memoria histórica conduce directamente al Estat Català?
¿Cómo se atreven embaucadores y traidores a hablar en nombre mío de memoria histórica?