Televisión: the political reality show
Pajaro bobo no vio íntegramente ni el programa de Zapatero ni el de Rajoy. Sólo un par de minutos de cada uno de ellos. En su opinión, este tipo de programas constituye un avance, al menos en el ámbito de la democracia escenificada y, por lo tanto, controlada. Algo es algo. Por lo que ha oído y lo que ha leído, Pájaro bobo ha llegado a la conclusión de que los comparecientes-concursantes estuvieron a la altura de lo que se esperaba de ellos. Uno mostró su sonrisa de Mona Lisa; otro, su cordialidad de hombre sin complejos. Pájaro bobo ha dicho muchas veces que no le gusta Zapatero por la sencilla razón de que ni cree en él ni confía en él. Todos los políticos que han tenido tratos con Zapatero, desde los separatistas vascos hasta los separatistas catalanes, pasando por los representantes de la Meseta castellana, han terminado diciendo que el subsodicho los engañó. Buena carta de presentación para un gobernante español y un hombre de izquierdas. Pero él sigue sonriendo. Mariano Rajoy, como persona, no le cae mal. El hombre vive e interpreta su papel con dignidad, sin apuntes ni papeles a mano. Pájaro bobo cree en él porque cree que es sincero. En este caso, sus limitaciones son una garantía. Una garantía de que no va a hacer como Zapatero o como Pujol ben Gurión: engañarlos a todos y quedarse con el botín. Y si a estas alturas ya sabemos cuál es el botín que persigue Pujol ben Gurión, no podemos decir lo mismo del botín anhelado por nuestro actual jefe de Gobierno. Aunque, a decir verdad, Pájaro bobo se lo huele y se lo teme.
En el Reality show político que comentamos, Zapatero, concursante número uno, falló una pregunta; Rajoy, concursante número dos, falló igualmente una pregunta. El primero erró al decir el precio de un café en un establecimiento público; el segundo no supo contestar y no contestó cuando una buena señora le preguntó cuánto ganaba o cuánto gana un auxiliar administrativo. Empate técnico.
Evidentemente, ninguno de ellos tiene la picardia (no picardía) del ex honorable fenicio, autor de una fórmula mágica e infalible para salir de apuros: «Eso no toca». Repito, algo es algo.
La señora que puso en evidencia a Rajoy llevaba su consulta preparada y preparida. Era una señora; a buen seguro, una buena señora.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
¿Se enterarán algún día nuestros políticos de lo que vale un peine gracias los programas televisados en vivo y en directo?
¿Nos enterararemos algún día los españoles de cuál es el botín que Zapatero sigue ocultando y persiguiendo?