Artículos del día 28 de mayo de 2007

Objetivo visto, objetivo destruido

En el curso de su servicio militar, la tradicional mili, Pájaro bobo aprendió algunas cosas interesantes, entre ellas una fórmula que no olvidaría jamás. Aplicable a diferentes tipos de guerra, la fórmula decía y dice: «Objetivo visto, objetivo destruido». Eso significa, verbigracia, que las armas ofensivas son siempre más eficaces que las armas defensivas. De hecho, la acción instantánea, por sorpresa, es la clave del Blitzkrieg o guerra relámpago. (El alemán Krieg, como el griego polemós, es gramaticalmente masculino y significa guerra.) Pájaro bobo, además de tener presente la fórmula, la ha aplicado en cuantas ocasiones ha podido. Y siempre con resultados positivos.
Ahora, los dirigentes del partido de los Ciudadanos se lamentan de sus pobres resultados en las elecciones municipales del pasado día 27 y culpan de ellos a la acción subversiva de las formaciones que, arracimadas en torno a la Generalidad, forman el establishment político-económico de Cataluña. ¿Qué esperaban?
Pájaro bobo sigue pensando que, por lo que sabe, la campaña estuvo bien planificada y fue llevada a cabo con método y coherencia. En el primer envite, funcionó el efecto sorpresa; en el segundo, no. ¿Por qué?
Eso es lo que hay que analizar, estudiar y averiguar. Pájaro bobo dice siempre que para cambiar hay que reconocer el error y para reconocer el error es necesario que uno mismo asuma la responsabilidad; uno mismo es el que se ha equivocado y, por lo tanto, uno mismo es el que tiene que cambiar. Aún recuerda que Julio Anguita, tras su último y definitivo fracaso como político, declaró: «No han comprendido mi mensaje». Entonces y ahora, el maestro cordobés debería saber que, para que sus seguidores comprendan su mensaje, él debe comprender primero cómo piensan y cómo sienten esos posibles seguidores suyos. El que se equivoca es el tendero, no los clientes. O, en este caso, el político, no los votantes. Los clientes eligen la tienda; el tendero no elige a sus clientes. En una democracia, mínimamenrte aceptable, los votantes eligen a sus representantes; no viceversa. Claro, aquí podríamos y acaso deberíamos hablar de dictaduras con apariencia de democracia. Tiempo habrá.
En opinión de Pájaro bobo, el partido de los Ciudadanos ha recogido en un último momento el poso que ha ido formándose en Cataluña a lo largo de treinta años en sectores ilustrados, sobre todo de la enseñanza, descontentos con la política de la Generalidad monopolizada por elementos de un catalanismo abiertamente separatista y totalitario. Esos sectores han venido organizándose en asociaciones «semiclandestinas» que sufrían el acoso constante de los radicales catalanistas, empeñados en cortar de cuajo todo brote de disidencia sociopolítica. El partido de los Ciudadanos es hijo natural, y por lo tanto legítimo, de esos sectores. El hecho de que en un momento dado un grupo de intelectuales del ámbito académico decidiera sumarse al cortejo y asumir la representación de la nueva formación fue sin duda un acierto en términos de dignificación y difusión. El nuevo partido político fue presentado en público con el respeto y los honores que corresponden a quienes se declaran hijos de la Ilustración.
Pero también es posible que ahí aparezca uno de los puntos más vulnerables de la nueva formación, de la que siempre se podrá decir, y de hecho ya se ha dicho, que nació en una tertulia de intelectuales con ganas de mariposear en el ámbito de la política. En ellos está demostrar que no fue, no es y no será así. Pájaro bobo se permite recordarles que un colectivo sin cabezas pensantes es una masa amorfa y, como tal, presa fácil y segura de la clase dominante y opresora. Eso es, al menos, lo que nos enseña la historia.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿están dispuestos los intelectuales del partido de los Ciudadanos a asumir una postura ética y socialmente responsable?

¿Por el buen camino?

Para Pájaro bobo el buen camino es aquel que lleva a la unión de España y de los españoles. Para ello hacen falta condiciones que, lamentablemente, entre nosotros todavía no se dan de una manera plena e inequívoca. La desunión y la insolidaridad se venden como libertad y democracia. Y tienen su cota de mercado. Ahí está la abstención en las elecciones, medida en negativo de nuestro sistema democrático, de cualquier sistema democrático. En sus predicciones para estas elecciones Pájaro bobo se ha equivocado en parte y ha acertado en parte. Se ha equivocado en cuanto a los resultados del partido de los Ciudadanos; ha acertado en cuanto a los resultados del PP, al que ve en el buen camino para acceder nuevamente al poder, tras el descalabro provocado por el atentado de 2004. En ese sentido, él considera que el PSOE y el PP no han registrado un empate técnico, pues uno va hacia abajo y otro va hacia arriba. El fracaso del partido de los Ciudadanos en Cataluña le ha afectado profundamente por motivos personales. Él participa en la batalla y una derrota de este joven partido es una derrota de su causa. Pájaro bobo estaba convencido de que sus dirigentes habían organizado bien la campaña e iban a obtener muy buenos resultados. Ahora tendrán que revisar tanto la táctica como la estrategia. Quizás la clave del fracaso radica en que no han sabido motivar a los abstencionistas con su programa. Los abstencionistas siguen siendo la primera fuerza política de Cataluña con una gran ventaja sobre las demás, pues incluso las supera a todas ellas juntas. Un dato en el que habría que meditar a la hora de hablar de democracia.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿es democrático hablar de democracia cuando más de la mitad del censo electoral decide no votar en unas elecciones municipales, que son precisamente aquellas en las que se debaten los asuntos de interés directo y personal de los ciudadanos?