El Menesteroso llega puntualmente con su paso ligero de legionario y sendas bolsas del súper en las manos. Se agacha a la usanza moruna delante de la gatera y, al momento, los gatitos del jardín de infancia el Descampao le dan la bienvenida con la boca abierta y el rabo en alto. A los gatitos de este jardín de infancia Margarita, mujer sensible, y Pájaro bobo, huérfano de guerra, los llaman superinos, que es palabra cariñosa de su invención y, por lo tanto, exclusiva de su idiolecto; en cambio, Blacky, caniche celoso del cariño de su mestressa, se refiere a ellos con un despectivo «esos bichos», y sólo cuando no tiene más remedio. El Menesteroso, mano providencial de la Providencia, ha dejado las bolsas en el suelo, ha sacado de ellas varios potecitos y de los potecitos condumio a la carta: vianda, potaje y agua. Los superinos se han puesto a comer pausadamente, sin pelearse entre ellos, señal de que no les faltan ni cuidados ni alimentos. En eso también se diferencian de millones de seres humanos condenados de por vida a una vida inhumana por sus carencias. Cumplida su misión, el Menesteroso ha vuelto sobre sus pasos con su paso ligero de legionario; Pájaro bobo lo ha observado desde el simbólico ojo de buey de su búnker de papel y letra impresa y, antes de perderlo de vista, le ha dado las gracias con la mirada.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿por qué el Menesteroso se cuida cada día del año de dar de comer a los superinos tres veces al día, siendo así que, por menesteroso, él también lo ha de menester?
Artículo sobre
historias escrito por el 2 de junio de 2007 y
sin comentarios de momento.
La realidad presente, entendida como momento de un proceso espacio-temporal, puede contemplarse como reflejo y retrato de un pasado (terminus a quo) que terminará tan pronto como se produzca un salto cualitativo y surja un nuevo momento y una nueva realidad. También puede contemplarse como hito y punto de partida de un proceso que mira al horizonte y tiene su meta (inmediata o mediata) en el futuro (terminus ad quem) percibido como irrealidad deseada o como deseo realizable. Ejemplos.
Cuando vemos unos cuantos niños que hurgan y rebuscan en un estercolero público, podemos remitirnos a sus hogares, sus familias, sus barrios; en una palabra, a su vida individual, familiar y social. La escena es, por sinécdoque, un retrato de esa realidad, una realidad asentada en un pasado que se mantendrá mientras persistan las mismas condiciones y, consecuentemente, mientras los niños sigan hurgando y rebuscando en el estercolero. El pasado penetra y se adentra en el futuro.
También podemos ver a esos niños como exponente de una situación injusta llamada a desaparecer por el bien de todos, no sólo de ellos (términus ad quem). El futuro empieza tan pronto como, dada una situación injusta, alguien cobra conciencia de su carácter irracional e indeseable. El futuro empezó, empieza y empezará siempre con una toma de conciencia que abomina de un pasado irracional e injusto (terminus a quo) y pugna por un futuro que todos podemos y debemos imaginar no sólo cada vez menos irracional y cada vez menos injusto sino incluso absolutamente racional y absolutamente justo (terminus ad quem).
Pájaro bobo ve un futuro en el que, para empezar, no hay estercoleros y, sobre todo, niños hurgando y rebuscando en ellos.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿es consciente el ser humano de ese proceso, del que es a la vez sujeto y objeto?
Artículo sobre
filosofías escrito por el 2 de junio de 2007 y
sin comentarios de momento.