Soberanía nacional y democracia: de Vidal-Quadras a Fernando Savater pasando por Ciudadanos
De acuerdo con lo que Pájaro bobo ve y entiende, no tiene nada de soprendente y sí mucho de sintomático y aleccionador que los dos movimientos ciudadanos verdaderamente democráticos que hay hoy en España hayan surgido en Vascongadas y Cataluña, regiones en las que la falta de auténtica soberanía nacional como base necesaria con carácter ineludible de una democracia auténtica se deja sentir con tan lacerante intensidad que está a punto de convertirse en una tragedia para el conjunto de España. Allí, los trabucaires de ETA y sus secuaces han implantado una dictadura del terror, con la mitad de la población condenada a vivir en condiciones de humillante sometimiento o de rebeldía suicida. Aquí, los bulldogs del carallot Carod, que lo es a su vez de Pujol ben Gurión, han implantado una dictadura mucho más sutil por su sello púnico, pero no menos nociva y mucho más corrosiva, de acuerdo con la fórmula democracia formal en la superficie y opresión real en el fondo, versión actualizada de la siempre vigente y siempre actual «política de la puta i la Ramoneta». Estamos en la Fenicia de Poniente, que quiso ser cabeza de los Países Catalanes y está a punto de emparejarse con Kosovo, Montenegro, Albania, Transniester y Osetia del Sur.
En opinión de Pajaro bobo, el primer movimiento catalán antiseparatista con entidad fue el capitaneado por Vidal-Quadras en tiempos de Aznar. Dada la personalidad de su cabeza visible y el alcance del fenómeno, aquel movimiento social estuvo a punto de dar al traste con la dictadura separatista maquinada e implantada sobre el papel en los albores de la transición democrática. Así que, cuando, en los años noventa, apareció el líder del movimiento transversal español, el pequeño Ben Gurión púnico se olió la quema y ordenó a Aznar: «A éste me lo tenéis que sacar inmediatamente de aquí». Vidal-Quadras salió efectivamente de Cataluña y en su lugar pusieron a un subalterno sumiso, desleal y traidor de mombre Piqué. A la vista de lo que es y de lo que no es, Pájaro bobo se pregunta cómo ese tal Piqué pudo ser un día ministro de Asuntos Exteriores de este país que aún se llama España. En cualquier caso está claro que pertenenece a la subespecie de Narcis Serra, Ernest Lluch y el parisino Raventós.
Con Vidal-Quadras desapareció de Cataluña no sólo el vidal-quadrismo sino incluso el Partido Popular. Al menos, de momento. Al menos, hasta la aparición de Ciudadanos. Pero ahora el Partido de los Ciudadanos, formado por disidentes del Partido pseudoSocialista y del Partido pseudoPopular de Cataluña, tiene que encontrar su línea y, sobre todo, su cabeza pensante y dirigente, y, en opinión de Pájaro bobo, esa cabeza no puede ser la de Francesc de Carreras, en quien se aprecia claramente una manera de ser y de actuar próxima o indéntica a la de Piqué, que, como queda apuntado, nunca se distinguió precisamente por su lealtad.
Mientras tanto, en Vascongadas ha ido tomando cuerpo un movimiento ciudadano de abierto carácter español, capitaneado por Fernando Savater y dispuesto a dar la batalla, a pecho descubierto, a los trabucaires etarras, sus valedores y sus confidentes. Eso significa estar dispuesto a jugarse la vida a cada momento.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
¿Puede hablarse de democracia cuando el gobierno de la nación ha enajenado la soberanía nacional en dos regiones de España y los ciudadanos de esas regiones tienen que organizarse por su cuenta y riesgo para hacer frente al terror y la opresión?
¿No tiene nada en común esta situación política con la que precedió a nuestra guerra civil?