Realidad presente: terminus a quo, terminus ad quem
La realidad presente, entendida como momento de un proceso espacio-temporal, puede contemplarse como reflejo y retrato de un pasado (terminus a quo) que terminará tan pronto como se produzca un salto cualitativo y surja un nuevo momento y una nueva realidad. También puede contemplarse como hito y punto de partida de un proceso que mira al horizonte y tiene su meta (inmediata o mediata) en el futuro (terminus ad quem) percibido como irrealidad deseada o como deseo realizable. Ejemplos.
Cuando vemos unos cuantos niños que hurgan y rebuscan en un estercolero público, podemos remitirnos a sus hogares, sus familias, sus barrios; en una palabra, a su vida individual, familiar y social. La escena es, por sinécdoque, un retrato de esa realidad, una realidad asentada en un pasado que se mantendrá mientras persistan las mismas condiciones y, consecuentemente, mientras los niños sigan hurgando y rebuscando en el estercolero. El pasado penetra y se adentra en el futuro.
También podemos ver a esos niños como exponente de una situación injusta llamada a desaparecer por el bien de todos, no sólo de ellos (términus ad quem). El futuro empieza tan pronto como, dada una situación injusta, alguien cobra conciencia de su carácter irracional e indeseable. El futuro empezó, empieza y empezará siempre con una toma de conciencia que abomina de un pasado irracional e injusto (terminus a quo) y pugna por un futuro que todos podemos y debemos imaginar no sólo cada vez menos irracional y cada vez menos injusto sino incluso absolutamente racional y absolutamente justo (terminus ad quem).
Pájaro bobo ve un futuro en el que, para empezar, no hay estercoleros y, sobre todo, niños hurgando y rebuscando en ellos.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿es consciente el ser humano de ese proceso, del que es a la vez sujeto y objeto?
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