Artículos del día 27 de julio de 2007

Blacky como guía o psicopompo

Blacky —la criaturita, the little Thing, das süße Vieh— está enfermo. Como ya tiene catorce años, pensamos que es cosa de la edad. Vete, que es veterinaria y se llama Ester, lo cuida. También Margarita. También Ana. Todo mujeres. Sólo mujeres. Mujer madre y mujeres hijas. Mujeres. Pájaro bobo se limita a observar al paciente y a anotar sus síntomas. En esos síntomas están las etapas o, mejor aún, las estampas de la vejez y la decrepitud. Blacky, cada vez más mimoso y más cariñoso, le muestra qué hay que hacer y no hacer para vivir la muerte como tránsito. Blacky es su psicopompo.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿ha habido algún cínico que pidiera que le enterraran junto a su perro?

Espíritu dialogante versus lealtad


A los políticos: de Vidal-Quadras a Pujol ben Gurión pasando por Rodríguez Zapatero

Entre los políticos y no políticos de la Gran Fenicia de Poniente con sede en la Barceloneta, vora al mar de la Sargantana, es norma exigir, a toda costa y por todos los medios, un espíritu dialogante como condición única e inexcusable para iniciar lo que ellos llaman diálogo y en realidad es siempre una transacción. Que nadie intente siquiera convencerlos de que el punto de partida de toda actividad política en un marco democrático, ya definido, es la lealtad, una lealtad que, por su misma naturaleza, lleva implícita una declaración de principios. No va a conseguirlo. Eso no es tener espíritu dialogante, eso es querer imponer las ideas de uno, eso es fascismo. Y, efectivamente, quienes así hablan y así actúan tienen razón. La lealtad asentada en una declaración de principios es una imposición que, en rigor, nadie está obligado a aceptar. Por lo demás, planteadas así las cosas, los fenicios tienen ventaja, están en una situación de superioridad, pues la mayoría pierde su fuerza y la minoría se impone inexorablemente  por ser más activa, menos escrupulosa, infinitamente más inteligente siempre que se identifique la inteligencia con la perfidia.
Tres preguntas ingenuas e intempestivas
¿Hay que tener espíritu dialogante con los que piden espíritu dialogante como punto de partida y condición única y omnivalente de la actividad política?
¿Qué queda del marco democrático si se acepta esa condición o, más exactamente, esa mposición?
¿Qué es o debe ser primero: el diálogo o la lealtad?
Be water, my friend…

Pájaro bobo contesta a Zaratustra (primera respuesta)

Amigo Zaratustra, tu pregunta sobre el Superhombre y Mesías, y, concretamente, sobre si debe o no debe ser de estirpe judía, me resulta muy difícil. No sé qué responder. Tendré que meditar en ello, a lo mejor se me ocurre alguna idea. Por ejemplo: puede ser judío y antijudío, mejor dicho, judío sionista y judío antisionista, como Chomsky, como Tugendhaft, como tantos y tantos hijos de Jacob nacidos en la Mitteleuropa del largo siglo XIX. A mi modo de ver, lo más apropiado sería tal vez que fuera judío de madre, que es lo que cuenta, máxime habida cuenta de que, por ser hijo directo de Dios, el Mesías no tiene padre humano. Como dicen por aquí, tú mismo. Otra posibilidad es que no lo digas y hagas de ello un enigma teológico y un recurso literario. Creo que lo uno y lo otro darían juego. Según la Revelación, el pueblo judío es el pueblo elegido, pero, claro, si no hay Revelación… De todos modos, no acierto a entender por qué la vida de la humanidad, al menos de la humanidad occidental, gira en torno al pueblo judío: en el plano diacrónico, histórico y/o mítico-legendario, y en el plano sincrónico o político. Extraña sinécdoque, ecuación incomprensible y, mientras tanto, irracional.
Amigo Zara, tengo la impresión de que no te he ayudado mucho; además, aquí va mi pregunta ingenua e intempestiva: ¿cómo es que durante el corto siglo XX ideólogos, pensadores, estrategas y políticos judíos dirigieron los dos bandos que protagonizaron la guerra fría por espacio de setenta y cinco años?

Maragall, Piqué, Carreras: tres hombres para una misma idea

En opinión de Pájaro bobo, la idea capital consiste en cerrar el frente monocatalanista e independentista de Cataluña, de modo que aquí, a casa nostra, todos los partidos estén debidamente homologados y catalanizados, y, a partir de ahí, la política la hagan ellos, sólo ellos, para ellos. Maragall, uno de los padres del invento, creó un partido que, formado en su inmensa mayoría por obreros españoles, no era ni obrero ni español ni socialista. Y, además, traficaba con sus votos —en realidad se los vendía— y engañaba al PSOE como aliado autonómico. Piqué recibió el encargo de hacer lo mismo, salvedades aparte, con el Partido Popular de Cataluña, o sea, con los funcionarios y pequeñoburgueses de su pequeña y débil formación. «Pan comido: abrimos la compuerta para que salgan los charnegos y entren las Nebreras y los Vendrells. Pujol ha dicho personalmente que está de acuerdo. El Sanedrín, también. Y ya es sabido que los de Madrid ni se enteran». Lo de Carreras no era muy distinto, pero tal vez sí un poco más complicado. El presunto Partido de los Ciudadanos, formado en su inmensa pequeña mayoría por disidentes, desencantats, de los Maragalls y los Piqués, tenía conciencia de lo que estaba en juego. Su primer éxito fue, a todas luces, su sentencia de muerte. El Sanedrín catalán decidió que había que reventarlo antes de que se desmadrara, cobrara fuerza y viniera un segundo Vidal-Quadras. Quien vino fue un catedrático de Derecho Constitucional, el Manso del Raval, con el encargo de reconducir las ideas y las aguas. Y en eso está. Miserable, miserable.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿conseguirá el Sanedrín catalán aniquilar todo movimiento de inspiración democrática que surja en estas tierras y además hacerlo en nombre de la democracia y del pueblo de Cataluña?