Alma de mujer
Se llamaba Isabell. La conocí en una estación. Tal vez la Hauptbahnhof de Basilea. Mujer de buenos sentimientos, Isabell me ofreció su regazo. Generosamene, desinteresadamente, heroicamente. Gracias a ella viví, sobreviví. Y, gracias a ella, aprendí. Siempre se lo agradecí y se lo agradeceré. Aun así, lamento no haberlo apreciado debidamente en su momento. Schuldgefühl. Ese sentimiento de culpa me ha perseguido durante un largo tramo de mi vida. Ahora, a más de cuarenta años de distancia, le pido perdón, le doy las gracias, pienso en ella y le deseo suerte.
Pájaro bobo está convencido de que sólo una mujer puede hacer feliz a un hombre, humanamente feliz, en la medida en la que un hombre puede ser feliz o, al menos, vivir un momento con ilusión. Hasta siempre, Isabell. Y recuerda: todo lo que me diste sigue siendo tuyo.
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