El PER: entre la indignidad y el chantaje
A juzgar por lo que uno lee y oye, pero sobre todo por lo que ni lee ni oye, los socialistas de Extremadura y Andalucía están cogidos en la trampa del PER, que en muchos casos es algo así como el momio o la bicoca de la sopa boba. Con el PER se compra la paz social y con la paz social se compran los votos. La justicia distributiva es el arma de nuestros pseudosocialistas para deshacerse de sus problemas y endosárselos a los que vienen detrás. Con el PER o a causa del PER, como eterna espada de Damocles, los separatistas catalanes chantajean no sólo a los administradores de las dehesas y los latifundios, los compañeros y subalternos Ibarra y Chaves, sino también a su superior, nuestro indigno jefe de Gobierno. Ya veremos qué hacen cuando lleguen los moros y los cojan durmiendo la siesta. Porque cada día llegan jornaleros de allende el estrecho, incluso de allende la morería, y el PER ni desaparece ni mengua. A los separatistas catalanes, la existencia del PER les es muy útil, pues les sirve para tapar la boca a todo el que intenta criticar, denunciar o simplemente dar a conocer sus abusos y extralimitaciones. La independencia de Cataluña tiene un precio: en dinero, en territorios y en dignidad.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
¿Cómo es posible que, mientras todos los extranjeros que llegan a España procedentes de países del Este o del Sur encuentran trabajo, haya más de un millón y medio de españoles que no trabajan porque, según ellos, no encuentran trabajo?
¿Por qué no prueban a echarse al mar y ganar la costa a nado o en cayuco, disfrazados de senegaleses?
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