Artículos del día 5 de agosto de 2007

La dictadura catalana y la España plural


Al Tribunal Supremo, al Tribunal Constitucional

Vidal-Quadras, con un criterio claro al servicio de una idea clara de España, estuvo a punto de romper la dictadura monocatalanista. Aún no conocemos el importe total del precio que Aznar tuvo que pagar a Pujol ben Gurion, traidor e intrigante de por vida, por su apoyo al gobierno, un apoyo que, a decir verdad, de poco le sirvió, pero sabemos que la partida más importante de la transacción fue sin duda  la cabeza política de Vidal-Quadras. Sabemos asimismo que, defenestrado Vidal-Quadras, se reinstauró en Cataluña la dictadura monocatalanista. Eso supuso la opresión de más de la mitad de su población — algo así como cuatro millones doscientas mil personas de lengua y sentimiento españoles—, que fue despojada de todos sus derechos constitucionales menos uno: el derecho de voto. Es posible que ahí se torciera para siempre y de forma fatal el curso de la futura historia de España.
Desde entonces, todo el que vota en Cataluña vota separatista, sólo separatista, necesariamente separatista. ¿Qué hace y dice el Tribunal Constitucional? ¿Qué hace y dice el Tribunal Supremo? Eso, señores magistrados, es, a todas luces, un delito, una cadena de delitos que invalida toda la actividad de las instituciones públicas catalanas. ¿Cabe mayor ignominia?
Sí, cabe mayor ignomina. Ahora esos mismos que han implantado una dictadura en Cataluña, eliminando de sus instituciones todo lo español y sometiendo a la comunidad española a una opresión inadmisible, piden, reclaman y hasta exigen una España plural y el reconocimiento de Cataluña como nación. Miserables, miserables.
Preguntas ingenuas e intempestivas: ¿dime, Joan Saura, a qué extremos puede llegar tu indignidad? ¿No basta con decirte: avergüénzate de haber nacido?

La guerra de las banderas y el Sanedrín catalán

A Francesc de Carreras, «el Enterao»

Mientras en el Norte los descendientes de los gudaris se preparan para la guerra contra la bandera española, ya desalojada de los edificios públicos, dentro de una campaña que combina el terror ciudadano con la ocupación física, en corto y en directo, de las instituciones oficiales, parece ser que aquí se ha reunido el Sanedrín catalán para estudiar el asunto y la táctica o tácticas a adoptar. El plan estratégico sigue siendo el mismo de siempre, con la independencia como meta última e irrenunciable, una independencia o supraindependencia financiada con dinero español por el gobierno español y protegida por los vascones como avanzadilla. En esta última reunión extraordinaria y urgente del Sanedrín catalán, Jordi Pujol ben Gurion,en su condición de máxima autoridad político-religiosa y patriarca de las cien familias de la Barcelona más burguesa y catalana, pontificó: «Aquí, en Cataluña, de momento no habrá guerra de las banderas. Que disparen y maten ellos. Ese no es nuestro estilo. Nosotros seguiremos haciendo la puta i la Ramoneta».
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿saben los españoles de aquende y allende el Ebro que en Cataluña hay un Sanedrín con sus familias y sus sectas, no partidos políticos?