Artículos del día 8 de agosto de 2007

Una Rosa que ara y arrasa

Un columnista acreditado, no quintacolumnista, de ABC comenta hoy, miércoles, la labor, más bien faena, de Rosa Regàs, directora de la Biblioteca Nacional. Pájaro bobo considera que, a estas alturas de la película democrático-constitucional, los españoles de la Meseta deberían (no debieran) saber que una separatista catalana está ahí, en los Madriles, para lo que está, no para lo que debería (no debiera). Y está ahí para realizar trabajos sucios/traiciones/sabotajes como, por ejemplo, suprimir nombres españoles y eliminar estatuas de españoles ilustres donde sea, cuando sea y como sea. Eso es lo mínimo que una separatista de tomo y lomo (de libro) puede/debe hacer para justificar su estancia/misión en la capital del Estado opresor. Y eso es lo que la subsodicha ha venido haciendo o, al menos, intentando hacer, aun a sabiendas de que estaba bajo sospecha y vigilancia permanentes. De todos modos, cuando le llegue la carta de despido, la interfecta podrá declarar ante el Sanedrín catalán: «Aré lo que pude».
Dos pregunta ingenuas e intempestivas
¿Qué ha arado y arrasado realmente la Rosa del país vecino en el curso de su misión con traiciones y sabotajes por encargo?
¿Se habrá hecho merecedora de la medalla de Sant Jordi?

El Sanedrín catalán: dos momentos en la vida del ciudadano Albert Rivera

En un primer momento de su actividad política, el ciudadano Albert Rivera conoció el éxito. Acompañado de dos de sus conmilitones, entró como triunfador en el Parlamento de Cataluña, parqué hasta entonces reservado rigurosamente a los brokers (léase tahúres) de la llamada clase política. En ese mismo momento, la más alta instancia político-religiosa del país, conocida con el nombre de Sanedrín catalán y alojada en una estancia no muy distante de ese mismo Parlamento, firmó su sentencia de muerte. Inmeditamente, la casa del joven ciudadano fue invadida por ratas de todos los tamaños, todos los colores y todas las procedencias. Consigna: «Acabar con él a toda costa y cuanto antes. Argumento: «No podemos consentir que se repita la historia de Vidal-Quadras». Razón de Estado: «Es necesario que muera un hombre para que viva un pueblo».
Dos preguntas ingenuas e intempestivas: ¿conseguirá el Sanedrín catalán, con la preciada ayuda de las ratas de su clavegaram (alcantarillado) político, destrozar al joven ciudadano Albert Rivera y de ese modo aniquilar todo intento de libertad democrática en el suelo y el subsuelo de Cataluña, y, en caso afirmativo, hasta cuándo?