Miguel, berliner Konzertist
Nuestro hijo Miguel, que ya no es nuestro, sigue con sus industrias en Berlín, capital histórica de todas las Alemanias y de aquella ya legendaria Mitteleuropa que en sus mejores tiempos se extendía de aquende el Rhin a alllende el Volga. Hoy esa Mitteleuropa es, gracias a sus ciudades, un palimpsesto inmenso. He aquí las industrias de Miguel.
Primera industria. Trabajo fin de carrera (Telecos) en la Technische Universität. Tema: sensores y encriptadores. El tutor o Betreuer se llama Bernd Agern. La presentación del trabajo está prevista para diciembre. Miguel obtendrá/tendrá una titulación hispano-alemana.
Segunda industria. Conciertos en café-bares y gasolineras. Entrada y pase, gratis. Miguel toca la guitarra y canta en alemán, inglés y/o español. Su nombre artístico es Mani Rodríguez, que, según dice, suena a sudamericano. Al menos, da el pego. Su colega toca la batería y al parecer le pone brío a la cosa. El pasado fin de semana dieron un concierto —así lo llaman ellas y ellos— en un bar del antiguo y viejo Berlín oriental con capacidad para unas cincuenta personas. Pienso en Josef Roth, en sus espeluncas y en sus santos bebedores. El concierto de Miguel y su colega fue todo un éxito. Él no ha estudiado ni solfeo ni música, pero quienes lo conocen y le han oído hablar y musicar dicen que entiende.
Tercera industria. Según nos ha contado —la criatura ya tiene 25 años—, unos cazadores disfrazados de ejecutivos fueron y le contrataron allí, en Alemania. Empezará a trabajar en enero. En lo suyo, que es lo suyo.
Miguel, que estudió informática por su cuenta y riesgo, ha superado con nota las pruebas de programación y ha programado su vida de manera metódica y equilibrada. Es un buen hijo.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿continuará Miguel la industria paterna?