Rosa Díez como ejemplo
Dignidad y coherencia frente a indignidad e incoherencia
Como ha dicho en varias ocasiones Pájaro bobo, el Partido de los falsos socialistas de Cataluña es uno de los grandes modelos de las traiciones colectivas que se han llevado a cabo en el ámbito de la política española desde antes de la Transición. Y han sido muchas. Lamentablemente, también han sido muchas las que han tenido éxito en su propósito. Eso explica, entre otras cosas, que se haya puesto constantemente en entredicho el ser de España: su esencia y existencia. Estamos ante un partido en el que más del ochenta y cinco por ciento de los miembros son y se sienten españoles y, no obstante, arrastrado por una dirección desleal, forma parte del frente catalanoseparatista y utiliza el voto de sus miembros españoles para hacer política contra ellos como ciudadanos de la Comunidad Autónoma de Cataluña, contra el Partido Socialista en su conjunto y en definitiva contra España misma. Todo un alarde de perfidia difícilmente superable y difícilmente concebible. Pero ahí está. Ahora Rosa Díez tiene que abandonar el Partido Socialista Español porque éste no es ni socialista ni español, sólo partido. Vergüenza para todos, menos para ella. Una española tiene que fundar su propio partido para defender lo que todos los españoles deberíamos defender con dignidad y orgullo. La realidad, racional o irracional, es cruel.
Antes que ella, aquí, en Cataluña, Vidal-Quadras inició una operación para españolizar el Partido Popular. Su llamada cristalizó pronto en un movimiento ciudadano que, traspasando falsas fronteras ideológicas, puso en peligro la dictadura catalanista y la autoridad de su Sanedrín, dirigido entonces y ahora por Pujol ben Gurión. Eliminado Vidal-Quadras, el Partido Popular de Cataluña sufrió la acción destructiva y desleal de Joseph Piqué, que lo dejó al borde de la extinción y la desnaturalización. En el fondo, el Partido de los Ciudadanos es continuador de la obra de Vidal-Quadras. Por eso y por razones de coherencia y lealtad, a juicio de Pájaro bobo la joven formación tendrá que desprenderse, antes o después, de quienes están ahí por encargo del Sanedrín catalán precisamente para que el partido no levante el vuelo y, sobre todo, no tome un rumbo que ponga al descubierto las maldades de la dictadura de los partidos catalanistas. Esa es precisamente la tarea de Francesc de Carreras: una tarea de encubrimiento y defensa del status quo, por un lado, y de freno y desvío, por otro. Al final, todos convergentes. Eso es, al menos, lo que se pretende. Afortunadamente, el Partido de los Ciudadanos es un partido joven formado por gente joven. En cualquier caso hay que tener presente que en estos momentos la defensa de la españolidad de la sociedad catalana adquiere la forma de la defensa de la democracia y de una sociedad abierta.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿conseguirán los separatistas catalanes mantener indefinidamente su dictadura minando y destruyendo desde dentro y por dentro todo movimiento ciudadadano y todo partido político que intente denunciar sus delictivas acciones?