El Ómnium cultural y el independentismo catalán
Del Rey de España sólo quieren su cabeza
Si en el pasado la política de los separatistas catalanes, desde Pujol ben Gurion hasta el carallot (botarate) Carod pasando por Maragall ben Ariel, se distinguó siempre por su sigilosa perfidia y su capacidad de actuar simultáneamente en diversos frentes y en diversos planos al mismo tiempo de acuerdo con lo que Pájaro bobo definió en su momento como política de la puta i la Ramoneta, ahora la situación empieza a cambiar claramente, pues parece que los agentes de sus avanzadillas tienen orden de actuar a plena luz de día; con la cara cubierta, pero a plena luz de día. Esas avanzadillas reciben instrucciones y, naturalmente, cobertura y protección de instancias próximas a la Generalidad o, más exactamente, al Sanedrín a través de Ómnium cultural, en este caso contracultural. Subvencionada generosamente por el gobierno autonómico con el dinero de todos los españoles (en torno a un millón de euros al año), esta entidad tiene a su cargo grupos organizados que se dedican sistemáticamente a reventar actos de signo español, a acosar y hostigar a personas no gratas al catalanismo y a organizar manifestaciones y campañas de claro signo independentista. Lo ocurrido en Gerona por partida doble con los retratos del Rey, el macabro mensaje enviado a Albert Rivera, líder del Partido de los Ciudadanos, y el acoso al que se ven sometidas en estos momentos cientos de personas en Cataluña son una muestra de que el separatismo catalán ha decidido pisar el acelerador y pasar a una etapa de acción directa y abierta. Miserables, miserables.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿es lícito que el gobierno de España financie a través de la Generalidad las acciones de grupos independentistas organizados?
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