¿Tiene solución el separatismo?
Para Vidal-Quadras
En líneas generales está por ver qué quedará cuando, de una u otra manera, se detengan o aboquen a su fin las diversas corrientes centrífugas que hoy fluyen desde dentro de España hacia fuera de ella. Desenlace imprevisible para independentistas y antiindependentistas, máxime si, como teme Pájaro bobo, el destino de España se va a dilucidar, resolver y planificar, una vez más, lejos de su entorno físico y con escasa participación directa de los españoles. Aun así, cualquiera que sea el curso que sigan los acontecimientos y cualquiera que sea su desenlace, he aquí una norma de santo y obligado cumplimiento para quienes tienen responsabilidades de Estado y con ellas la obligación de defender su integridad: no dar facilidades para que territorios, regiones y/o comunidades con aspiraciones separatistas organicen una administración propia y monten una economía suficientemente poderosa como para financiar un proyecto independentista. En este aspecto, el caso de España, con regiones como Cataluña y Vascongadas, es infinitamente más grave y más peligroso que el de Francia, con Bretaña, Córcega, la llamada Cataluña norte y demás focos provinciales y provincianos. Eso sin contar con que el Estado francés es considerablemente más sólido que el Estado español, aunque sólo sea por voluntad de sus ciudadanos respectivos. Cataluña constituye un ejemplo tan singular como aleccionador. Ahora, los separatistas catalanes quieren estar a un mismo dentro y fuera de España mediante lo que ellos llaman soberanía compartida. Dentro de España, para que ellos, los catalanes, tengan acceso a todos los recursos españoles en calidad de ciudadanos de pleno derecho; fuera de España, de modo que los españoles tengan limitado el acceso al espacio geográfico catalán y sobre todo a sus instituciones, con la prohibición expresa de ocupar cargos de importancia estrategica y/o responsabilidad política. (El caso de Montilla, por lo que tiene de excepcional y por producirse en estos momentos, avala lo que decimos.) En definitiva, Pájaro bobo cree que si España quiere acabar con el separatismo vasco y el separatismo catalán debe empezar por entender que se trata en esencia de movimientos burgueses y, por lo tanto, con un fuerte apego a las cuestiones económicas. Cabe pensar que esos separatismos desaparecerán o dejarán de ser un problema político cuando España acierte a invertir la relación de fuerzas, de modo que Vascongadas y Cataluña pasen a depender económicamente de España, del mercado español, del capital español. Esa es, asimismo, la clave de la soberanía compartida o, si se prefiere, de esa variante de la Realpolitik bautilizada por Pájaro bobo con el nombre de política de la puta i la Ramoneta.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿acertarán a comprender algún día los españoles que, siendo el separatismo en esencia una cuestión económica, tiene una solución económica?
Nota. Aunque los autodenominados nacionalistas no lo acepten, su nacionalismo es de raíz burguesa y esa raíz burguesa es la que les permite verse no sólo como diferentes sino también y sobre todo como superiores. Esto es válido referido, por ejemplo, a Arzallus y a Pujol.
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