Ante las próximas elecciones
Del centro híbrido al centro responsable
Desde que la política constituye una especialidad del marketing, y a buen seguro con otro nombre ya antes, el centro político-social es una parcela codiciada a la par por izquierdas y derechas, convencidas de que quien domina el centro domina el juego y termina llevándose los puntos en litigio. En ajedrez, en fútbol y en política. Convencionalmente, el centro ha sido definido como terreno de todos y de nadie. En él se sitúaban los indecisos, los que, por carecer de raíces y de ideología, podían votar movidos por el último soplo de aire. Pero es posible que, al menos en España, las cosas hayan empezado a cambiar en los últimos tiempos. Con dos partido nacionales polarizados en torno a conceptos y posiciones irreconciliables y dos frentes periféricos jugando siempre, y siempre ventajosamente, a la contra, el centro aparece ahora como el espacio reservado a una minoría que, conocedora de la situación y del equilibrio de fuerzas, está dispuesta a marcar la diferencia y hacer que la balanza se incline al lado que ella quiera. Así las cosas, es posible que el centro deje de ser feudo de un voto impreciso y volátil para ceder el sitio a un voto responsable, consciente de que en definitiva de él depende la orientación política del gobierno. Es posible asimismo que, con el tiempo, ese papel corresponda al Partido de los Ciudadanos. Si así fuera, habríamos terminado con las veleidades de políticos como Zapatero y sus continuos flirteos con los partidos separatistas de nuestra periferia, auténticos amos de la situación, una situación que, por eso mismo, tiene muy poco de racional y democrática.
Pregunta ingenua e inempestiva: ¿puede el Partido de los Ciudadanos quedarse con el voto español del PSC y hacer que este partido, abandonado por Zapatero tras las traiciones de Maragall, Montilla y Chacón, pierda el apoyo de los charnegos menos asimilados y más discriminados por los catalanistas?
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