Cuando la parte es más que el todo
A estas alturas de la conjura no es ningún secreto que el diario La Vanguardia constituye el órgano del separatismo catalán institucionalizado, un separatismo esencialmente burgués y, por lo tanto, más económico que ideológico. Aunque el periódico está escrito básicamente en español por razones de pragmatismo, sus colaboradores habituales y no habituales exhiben, además de cognoms catalanes a modo de credencial y salvoconducto, visiones y planteamientos de la realidad nacional e internacional en los que se percibe con toda claridad, por acción y omisión, el veneno de la perfidia, veneno y perfidia de cuño púnico. La Vanguardia, otrora española, es hoy el órgano oficioso de la Generalidad de Cataluña y de todo el establishment del Rovell de l'ou que dirige la política catalana y reparte el dinero que el Gobierno español entrega al subgobierno autonómico para su distribución y consumo en tareas tan legítimas y constitucionales como promover un ministerio de Asuntos Exteriores propio y exclusivo de Cataluña, financiar colectivos catalanistas clandestinos dedicados al espionaje y el terrorismo social, etcétera, etcétera.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
¿Controla el Gobierno de España al subgobierno de Cataluña o controla el subgobierno de Cataluña al Gobierno de España?
Si Cataluña tiene una lengua propia, ¿por qué los sedicentes nacionalistas catalanes la dejan de lado y escriben en la lengua maldita, la lengua que están decididos a perseguir hasta su erradicación de estas y otras tierras?
Artículo sobre
política escrito por el 3 de febrero de 2008 y
sin comentarios de momento.
Lo normativo y lo ético
A juicio de Pájaro bobo, la Iglesia, en cuanto institución/organización humana, está sometida a la legalidad vigente, en este caso concreto la Constitución de 1978, y, por lo tanto, tiene derecho/obligación de desarrollar sus actividades y ejercer su ministerio/magisterio dentro de ese marco. Pájaro bobo entiende que en un Estado laico y para un Estado laico las actividades de una Iglesia, de cualquier Iglesia, de todas las Iglesias, son actividades laicas y, más exactamente, sociales. Una procesion, por ejemplo, es una manifestación pública. En la doctrina de la Iglesia católica hay preceptos convencionales de carácter normativo que van dirigidos exclusivamente a sus fieles, pues son específicos o, si se quiere, privativos de ella, pero también hay preceptos, normas y mandamientos de carácter humanamente universal y necesariamente vinculantes, ya que no han sido instaurados por la Iglesia, por ninguna Iglesia, sino adoptados —¡con carácter necesario!— por ella. Regla de oro: una disposición religiosa no debe contradecir sino refrendar la ley natural. Asistir a misa los domingos es una norma convencional y en cierto sentido arbitraria de la Iglesia, mientras que el aborto es ilícito porque la ley natural y la religión natural nos dicen que es un acto contra natura. Y hay razones para pensar/creer que seguirá siendo así aunque las leyes lo aprueben e incluso aunque la Iglesia lo aprobara. Naturalmente, lo dicho sólo es válido para quienes entienden y aceptan que la ley en general y ciertas leyes en particular remiten a un referente ético universal en el tiempo y en el espacio que nos «impone» lo que está bien y lo que está mal, pero no para quienes consideran que las leyes, todas las leyes, son sólo convenciones de carácter práctico y/o instrumental que regulan el comportamiento individual y social de los seres humanos en términos de viabilidad y conveniencia. Visión metafísica y ética frente a visión física y social. En el ámbito de la vida pública, la segunda obliga a todos; la primera, no.
Pájaro bobo, pecador impenitente y feligrés heterodoxo, considera que el ser humano está sometido a un principio ético de carácter universal.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
¿Existe realmente un principio ético universal? Y, si existe, ¿qué prescribe y qué proscribe?
Artículo sobre
teologías escrito por el 3 de febrero de 2008 y
sin comentarios de momento.