Crimen y castigo en tiempo de elecciones
Si en el año 2004 resultó relativamente fácil adivinar/averiguar qué se perseguía con el atentado cometido pocos días antes de las elecciones, no resulta tan fácil adivinar/averiguar qué buscaba ETA con el asesinato de un obrero y hombre del pueblo, militante del Partido Socialista, tres días antes de las elecciones del 2008. El hecho es que ETA ha querido hacer acto de presencia matando y matando recordarnos que sigue viva. Para ello perturba el curso normal y lógico de los acontecimientos y pone un cadáver sobre la mesa. ¿A quién favorece y a quién perjudica esa macabra jugada? Es momento de reflexionar. Mientras tanto, Pájaro bobo sigue pensando que negociar con una banda de criminales es un delito, incluso si se tiene la autorización del Congreso, por la sencilla razón de que, siempre según él, esa autorización es indebida. Algo que atenta contra la esencia de la democracia y su razón de ser última y primera no deja de atentar contra ella por una autorización de carácter formal. Una autorización de ese tipo no cambia la naturaleza de los hechos.
Pájaro bobo apuesta por una victoria de los populares y, a la vez, por una entrada triunfal de Rosa Díez en el Parlamento con un veinte o un veinticinco por ciento de los votos. Ellos podrían llevar a cabo ese pacto que no ha sido posible llevar a cabo con el Partido Socialista de Zapatero. Cabe pensar que una victoria de Zapatero, por mayoría absoluta o mayoría relativa, podría provocar una gravísima crisis institucional.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿a quién han querido castigar con su crimen los etarras?
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