Rodríguez Ibarra: el oráculo de la dehesa
Entre Monfrague, las Hurdes y las Batuecas
Tras el reciente desembarco de un poderoso contingente fenicio en el puerto seco de los Madriles, Pájaro bobo, siempre temiendo lo peor, se ha puesto a blasfemar, incapaz de ordenar sus ideas y establecer una secuencia mínimamente lógica de lo ocurrido y de lo que, de acuerdo con la ley de Murphy, va a ocurrir. Otear el horizonte y, más allá, el futuro inmediato exige estar en un estado de alerta permanente. Y, por supuesto, sufrir como una madre.
En primera instancia está claro que los fenicios han acudido a la antigua capital de España para forzar la aprobación del Estatuto de Cataluña con todos sus puntos y todas sus comas. Ahí está la carpanta separatista, representante del brazo armado de la ley, para que vayamos haciéndonos a la idea de que no hay ni vuelta de hoja ni vuelta atrás. Por un designio inescrutable e inexorable, España pertenece ya a los fenicios y a los hijos de los fenicios, autores de una doble operación de catalanización y colonización. Pájaro bobo lo denunció mil veces a voz en grito. Y casi todos, agentes y cómplices, clamaron a coro: «¡Está loco, está loco!» Efectivamente, estaba loco.
Ahora, la profecía de Rodríguez Ibarra, convertido en oráculo de la dehesa extremeña, le hace pensar que desde allí sigue el juego y la jugada de la política española y antiespañola. El extremeño y, por lo tanto, paisano lejano de Pájaro bobo ha venido a decir que Zapatero, el vil zapatero de los remiendos, tiene los días contados y que, después de él, ocupará la jefatura del Gobierno esa carpanta separatista que se resiste a pronunciar el nombre de España.
Tres preguntas ingenuas e intempestivas
¿Qué espíritu celestial o infernal le ha transmitido al pobre bellotari el mensaje de que Zapatero tiene los días contados como jefe de Gobierno?
¿Quién ha decidido que su sustituto sea en realidad una sustituta y para colmo una carpanta separatista?
¿Qué debemos hacer los españoles ante esa eventualidad y ese evento?
Observación
Pájaro bobo pide disculpas al aludido si le molesta el término «bellotari». En el pueblo de la Alta Exremadura en el que él nació cada familia tiene un mote o apodo que ella misma utiliza y por el que son conocidos tanto la familia como todos y cada uno de sus miembros. En los demás casos, las palabras insultantes y/u ofensivas utilizadas aquí son deliberadamente insultantes y/u ofensivas.