Rosa Díez en la brecha
Aquí hay un partido que va a defender una reforma constitucional precisamente para garantizar la unidad de la nación española. Rosa la Brava
Mientras el Partido Popular de Madrid es víctima de traiciones e intrigas sin cuento, su sucursal catalana amenaza ruina. A pesar de contar con un núcleo social de clase media baja arracimado en torno a las viejas glorias del franquismo o precisamente por eso, no pocos populares catalanes, después de vivir décadas en condiciones vergonzantes, han recibido con una sensación de alivio propuestas como la de Montserrat Nebrera de pasarse en masa, y sin hacer ruido, a Convergencia, que, como alguien apuntó en su momento, es la continuación social del franquismo para ciertas gentes de orden y buenas costumbres de estas tierras y estos tiempos. Y así ha sido, por ejemplo, en Sabadell, ayer «ciudad piloto del deporte español» y hoy ciudad pubilla tanto del catalanismo laico del PSC como del catalanismo montserratino, y no precisamente ecuménico, del abad Soler. Aun así, son muchos los que están convencidos de que el problema del Partido Popular en Cataluña es un problema ficticio o al menos artificial. Lo desveló Pujol ben Gurion, sumo sacerdote del Sanedrín catalán, cuando conminó a Aznar: «Quítame a ese hombre de aquí o no respondo de lo que pueda ocurrir…» «Ese hombre» era y es Vidal-Quadras. Ahí está el problema y su origen.
Ahora el Partido Popular, debilitado peligrosamente por las indignas maniobras de algunos de sus líderes, observa con preocupación que puede producirse un considerable trasvase (¿se llama así ) de votos desde su formación hasta la de Rosa Díez. La preocupación es lógica; el trasvase, más que posible. La vasca es una persona con las ideas claras, las ideas y el orden de prioridades. Esto es lo que nos dice:
«Aquí hay un partido que va a defender una reforma constitucional precisamente para garantizar la unidad de la nación española, como único instrumento capaz de garantizar la igualdad. Que va a defender la necesidad de fortalecer el Estado, precisamente para garantizar la igualdad a los ciudadanos más débiles, los que más necesitan de la ayuda del Estado…».
Pájaro bobo está convencido de que con unos cuantos españoles como Rosa Díez y Vidal-Quadras se puede empezar a pensar que aún no está todo perdido, que la salvación de España por vía de una regeneración lealmente democrática es posible.
¿Cuántos españoles están hoy dispuestos a dar su apoyo a Rosa Díez y Vidal-Quadras y conmemorar nuestra segunda (*) guerra de la independencia con un nuevo dos de mayo popular y democrático?
(*) Pájaro bobo entiende que la primera guerra de la independencia fue la Reconquista o guerra de los ochocientos años. España como nación y Estado es fruto de la Reconquista. La guerra de 1808 es un levantamiento popular espontáneo formado por muchos levantamientos populares espontáneos, no un proyecto nacional organizado; la Reconquista, sí.