Ante el 2 de mayo
Oigo, patria, tu aflicción…
En la Europa más culta y civilizada es norma hablar del largo siglo XIX, que arranca cronológica y conceptualmente con un Napoleón dispuesto a comerse Europa entera y vera, Rusia y España incluidas, y se extingue con el estallido de la Gran Guerra en 1914, momento en el que empieza el corto siglo XX, tan corto que, como veremos, apenas alcanzará los ochenta años de vida real, pues va a terminar en torno a 1990 con la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética. A pesar de ello, para España el siglo XIX es tan parco en tiempo como rico en desgracias y calamidades. En el espacio de nueve décadas nuestra patria no sólo queda reducida al territorio peninsular, tras perder todas sus posesiones de ultramar, sino que además alumbra en su seno dos nucleos secesionistas. La llamada convencionalmente guerra de la Indepedencia pone de manifiesto gravísimas carencias y profundísimas debilidades: el pueblo español está completamente desvalido, sin rey, sin gobierno, sin ejército, De hecho, más que guerra, es una cadena de levantamientos populares espontáneos y anárquicos que enlaza con la emancipación de los países hispanoamericanos, desde México hasta Argentina. Como es sabido, en 1898 España queda reducida al territorio peninsular. Para colmo, en Vascongadas y Cataluña, las dos únicas regiones que conocieron la Revolución industrial europea y dieron origen a sendas burguesías, una de carácter industrial y otra esencialmente mercantil, surgirán con el tiempo movimientos secesionistas impulsados precisamente por esas dos burguesías, que no tardarán en reclamar el control político y económico de sus respectivas zonas geográficas y además se rebelarán contra la hegemonía histórica de la burguesía castellana, a la que, de acuerdo con su matriz feudal, consideran reaccionaria y parasitaria.
Mayo es mes de lavantamientos, y España inaugura la modernidad con una traca de acciones de carácter popular y espontáneo a la que después, en los libros, se dará dimensión de guerra y de epopeya popular. Y posiblemente la tuvo. A uno les gustaría que ahora al menos algunos lo recordaran y lo tuvieran presente: «Españoles, la Patria está en peligro, acudamos a defenderla. Madrid, 2 de mayo de 1808».
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cómo le gustaría y cómo no le gustaría celebrar el próximo 2 de mayo a nuestra ministra de Indefensa?
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