Rosa Díez, la Brava, en primer plano
En un país en el que abundan los tramposos y los marrulleros, escribo desde la orilla occidental del mar de la Sargantana, tener las ideas claras y hablar con claridad puede ser, y de hecho es, una desventaja: la tropa ni lo entiende ni puede entenderlo ni quiere entenderlo
Rosa Díez hace honor a su estampa y comparece en la plaza pública para pedir la disolución de los ayuntamientos sometidos a la obediencia de la filoetarra Acción Nacionalista. Defensa de la democracia y de la Constitución con la ley en la mano. Todo un ejemplo, un ejemplo tan triste como esperanzador. Mientras tanto, el PP sigue atrapado en una crisis autodestructiva y el PSOE se busca la vidilla en asuntos menos comprometidos y menos comprometedores. Zapatero nunca se ha distinguido ni por su lealtad ni por su claridad de ideas. Y es sabido que nadie da lo que no tiene.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿estará ligado el destino de España al destino de Rosa Díez y su partido?