Ibarretxe y Montilla, ¿mensajeros o delincuentes?
Si trazáramos una línea vertical, recta o casi recta, e inscribiéramos a un lado (A) los que están a favor de la destrucción de España y a otro (B) los que están en contra y a favor de su unidad y su persistencia como nación y Estado, posiblemente tendríamos ocasión de ver que al campo A pertenecen no sólo los etarras y los filoetarras directos, amén de toda la caterva de separatistas vascos y catalanes desde Ibarretxe y Montilla hasta el abad de Montserrat y el obispo emérito Setién, sino también miles de individuos anónimos, oportunistas y/o cobardes, mientras que el campo B queda reservado a los que están dispuestos a declararse españoles sin complejos y, en muchos casos, con riesgo de sus vidas. Hoy, ser español en España, al menos en ciertas zonas, es un delito y un peligro. En las Vascongadas de los trabucaires y en la Cataluña del peix al cove, un español es, como mínimo, un bulto sospechoso.
Días pasados, Ibarretxe pidió audiencia Zapatero con intención de presentarle el pliego de condiciones que éste había aprobado ¿y firmado? en tiempo de elecciones, y el tal zapatero le contestó: «¿De qué pliego y de qué condiciones me hablas?» Y, entonces, los etarras, que estaban pendientes de la respuesta zapateril al mensaje de su mensajero, el tal Ibarretxe, le recordaron el contenido del pliego y todas las condiciones como han hecho siempre, a trabucazo limpio. ¿Es Ibarretxe, además de mensajero de ETA, cómplice de criminales y, por lo tanto, criminal en cuanto colaborador libre, consciente y deliberado de ellos? ¿Y cuál es la responsabilidad de Rodríguez Zapatero en los crímenes de ETA?
Con anterioridad, José Montilla, presidente de la Generalidad de los separatistas catalanes, ya había comparecido ante el subsodicho zapatero con el pliego de condiciones que había elaborado para la ocasión el Sanedrín y que recogía las partidas del precio total que el Gobierno debía y debe pagar por el apoyo del PSC (Partido de Separatistas Catalanes) en las elecciones de marzo pasado. La operación se inscribe en el desembarco catalanista en la capital del Reino. Ahora ya hay un bloque compacto dispuesto a actuar dentro del Gobierno de la nación como activo y eficiente caballo de Troya: además del analfabeto pero sumiso Corbacho y la peligrosa Xacó como ministra de Indefensa y probable sucesora de Rodríguez Zapatero, entre veinte y treinta agentes distribuidos en los diferentes ministerios con cargos de responsabilidad. Su misión incluye tareas como espiar, controlar, bloquear, informarse e informar pero sobre todo aprender para después aplicar en el gobierno de su país de origen los conocimientos adquiridos. Concluida su gestión, el bolchevique Montilla espera, además de la aprobación íntegra del Estatuto de Cataluña, la primera remesa de dinero a cuenta de la nueva financiación y la inmediata puesta en marcha del plan RENOVE.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿se puede ser deliberadamente mensajero de criminales y delincuentes sin ser delincuente?
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