Más allá de la izquierda
Pájaro bobo quiere imaginar que el socialismo nace en el preciso instante en el que alguien –acaso un viejo intelectual judío con atributos de parásito social– plasma sobre una hoja de papel la idea de que es posible alumbrar otra realidad humana, una realidad tal vez menos natural pero más racional, menos fatal y más libre y, por libre y racional, decididamente utópica para la época. Luego, la idea pasa de la cabeza del intelectual parisitario a las manos de una legión de trabajadores y se transforma en acción (der Gedanke wird die Tat). El socialismo es pensamiento en acción. Sí, pero tan pronto como los obreros de las ciudades industriales se apropian de la idea, descubren que, para impulsar e imponer esa idea, deben unirse, y, a partir de ese momento, el socialismo va a ser acción colectiva, unida y ordenada. Estamos en el siglo XIX, el siglo de los movimientos que configurarán la sociedad nacida de la Revolución industrial.
Aunque él no sabe qué idea del socialismo, como fenómeno sociohistórico, tienen nuestros socialistas, a Pájaro bobo le sorprende muy negativamente que ahora, como en tiempos de la segunda República, éstos se alíen con los representantes de movimientos burgueses de la periferia que, además de ser necesariamente minoritarios, propugnan formas de convivencia basadas en la opresión de una parte de la sociedad en muchos casos mayoritaria y en todos los casos merecedora de un tratamiento humanamente digno. Tanto en Vascongadas como en Cataluña, los partidos burgueses han venido manteniendo sus privilegios, entre ellos gobernar «democráticamente», gracias a la división de la sociedad y a la marginación de sus capas inferiores. ¿Y qué han hecho nuestros socialistas? Pasarse al enemigo: conservar indignamente! el nombre de socialistas y hacer política contra el Gobierno de la nación y, lo que es aún más indignante, contra los mismos trabajadores que los han votado y los votan. Miserables, miserables.
Pájaro bobo considera que Rodríguez Zapatero carece no sólo de un ideario socialista sino incluso de un criterio ético. Su comportamiento como jefe de Gobierno nos da derecho a pensar que es una persona sin escrúpulos capaz de hacer lo que crea necesario, desde engañar y traicionar a sus aliados hasta infrigir gravísimamente la Constitución, con tal de conseguir su objetivo. En su opinión, Rodríguez Zapatero debería ser destituido y procesado. Dos cargos entre muchos: negociar, pactar y dialogar con personas que, como los etarras, han cometido delitos de sangre y están situación de busca y captura; infrigir la Constitución al avalar el Estatuto de Cataluña cuando está obligado a saber y sabe que el texto es totalmente anticonstitucional en su letra y, sobre todo, en su espíritu.
Pájaro bobo se ha preguntado muchas veces qué piensan de Zapatero y su comportamiento compañeros suyos como Felipe González, Alfonso Guerra, Rodríguez Ibarra, José Bono y Francisco Vázquez. A falta de respuesta, se inclina a pensar que su silencio los hace cómplices de los abusos, los delitos y los actos de traición cometidos por él, mientras que la herencia que va dejar tanto al Partido Socialista como al conjunto de España es para echarse a temblar. Ríase quien pueda de la crisis del Partido Popular.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
¿Por qué el Partido Socialista Obrero Español no está a la altura de las circunstancias en estos momentos en los que está en juego el destino de España y por lo tanto el destino del socialismo y de los trabajadores?
¿Son todos los socialistas españoles, concretamente Felipe González, Alfonso Guerra, José Bono, Rodríguez Ibarra y Francisco Vázquez, tan irresponsables y tan desleales como Zapatero?
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