Partido de los Ciudadanos: dos brazos en busca de una cabeza
El filósofo definió lo ético en cuanto imperativo categórico como la norma que debe presidir los comportamientos individuales. Servir al ser humano como un fin en sí mismo, no servirse de él como un medio. Es posible que a Albert Rivera no le sean muy familiares tales ideas, pero, en opinión de Pájaro bobo, eso es justamente lo que hace o intenta hacer: servirse de, en lugar de servir a. Y, lo sepa o no lo sepa, escrito esta: «No lo saben, pero lo hacen». Mala política.
Afortunadamente, en el Partido de los Ciudadanos hay, además de quien quiere servirse de él, quienes están a su servicio. Por eso hay parcelas que funcionan y parcelas que no funcionan; hombres que actúan dentro de su demarcación y hombres que, dentro de su demarción, frenan y controlan. A los ojos de Pájaro bobo, Albert Rivera es de estos últimos.
De los que actúan activa y proactivamente, uno defiende los derechos de los Ciudadanos en un Parlamento sumamente hostil con una entereza, una convicción y una coherencia que le han granjeado el respeto general, rivales incluidos. Si siempre fue difícil estar en el lugar justo en el momento justo, más difícil y más meritorio será sin duda pronunciar la palabra justa en el lugar justo y en el momento justo. Pájaro bobo considera que Antonio Robles lo hace. Hoy, él es uno de los dos brazos que sustentan el mermado Partido de los Ciudadanos.
El otro, a jucio de Pájaro bobo, es José Domingo, el hombre que podría y acaso debería pasar a la historia de la actividad política española como el inventor de las campañas políticas basadas en la red. En cualquier caso, él fue el primero en utilizar el sistema a escala nacional, y con rotundo éxito. Pájaro bobo quiere creer que los votos obtenidos por el Partido de los Ciudadanos en su primera comparecencia electoral fueron en buena medida fruto de ese sistema de comunicación y difusión, que después otros han intentado copiar y/o han copiado. Digamos, a modo de aclaración, que, lógicamente, la red como sistema de comunicación proporciona los mejores resultados en estructuras de desarrollo horizontal y suficientemente informatizadas, lo que en cierto modo quiere decir también suficientemente jóvenes. En síntesis: la estructura del modelo utilizado se reproduce en la estructura del colectivo que lo utiliza.
Pájaro bobo considera que, una vez superada la primera etapa –etapa de supervivencia y consolidación–, el Partido de los Ciudadanos necesita un líder que esté a la altura del momento y las exigencias que éste le plantea a diario, un líder capaz de marcarle la línea de actuación práctica y definición ideológica –el indirizzo–, no empeñado estrictamente en controlar la andadura de sus hombres más activos.
Es lícito pensar que el Partido de los Ciudadanos debe abrirse a la sociedad y, muy concretamente, a ese sector que, falto de una representación leal y democrática, se ve obligado a enajenar sus votos y con ellos sus derechos constitucionales. En realidad, la línea política e ideológica de un partido político viene marcada con carácter necesario por las exigencias del sector social al que representa y en el que opera. Ése es el sector al que, prioritariamente, debe escuchar y brindar su ayuda. El líder político que supedita la realidad social, con sus imperativos, a una visión personal egocéntrica incurre en un fraude y, por eso mismo, está condenado al descrédito y en definitiva al fracaso.
Pájaro bobo considera que el Partido de los Ciudadanos debe conservar las partes que han funcionado y funcionan y proceder a la renovación de aquellas otras que se han convertido en un lastre tanto para su cabal funcionamiento como para su expansión futura. En su opinión, Albert Rivera es una de estas últimas. El Partido de los Ciudadanos necesita una cabeza nueva y mejor amueblada.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿qué fin espera a un organismo cuyo desarrollo se ve impedido por el tamaño de su cabeza?
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