Partido de los Ciudadanos: identidad
A Pájaro bobo se le antoja que, cuando el Partido de los Ciudadanos se define como no nacionalista, pone de manifiesto una inferioridad subjetiva, a la vez impuesta y asumida: impuesta por la clase social sustentadora de la ideología dominante en Cataluña y asumida inicialmente por un colectivo que, en el fondo, intenta sublevarse contra una y otra. Ante una situación similar y una actitud básicamente idéntica, el pobre y atormentado Nietzsche, espíritu escindido de por vida, habló de una moral de esclavos.
Condenado a sobrevivir en condiciones de muerte civil en su búnker de pladur, Pájaro bobo quiere pensar que, en circunstancias democráticamente normales, el ser humano se identifica y se define a sí mismo por lo que es, por lo que cree ser o por lo que aspira a ser, rara vez por lo que no es o por lo que no quiere ser, nunca por lo que quiere no ser.
El Partido de los Ciudadanos, que ha hecho suyos los principios de la Ilustración contenidos en la fórmula Sapere aude: Atrévete a saber, acaso podría y debería actualizar esa fórmula y predicar, por ejemplo, Esse te ipsum aude: Atrévete a ser tú mismo.
Si lo hiciera y, tras despojarse de los últimos e inservibles residuos ideológicos, adoptara un ideario que fuera a un mismo tiempo reflejo de su componente humano y epítome de sus inquietudes sociopolíticas, es posible que decidiera identificarse y definirse, por ejemplo, como «partido español, humanista e interclasista en lo social, constitucional y constitucionalista en lo político».
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cuánto tiempo puede vivir/sobrevivir un ser humano negando su identidad sin perderla y/o sin dar en loco?