Artículos del día 30 de junio de 2008

Fútbol y conciencia nacional

Pájaro bobo celebra de corazón la victoria de la selección española en la Eurocopa. Su triunfo final sobre la selección alemana fue, a su entender, especialmente meritorio por la talla del rival. Dispuesto a resolver el encuentro mediante un ataque por sorpresa, el conjunto alemán arrincona a los españoles en su parcela y acosa insistentemente al guardameta como respondiendo a una orden de mando. Son minutos de agobio que nuestros compatriotas aguantan con coraje y sangre fría, hasta que consiguen sacudirse la presión. Ni un solo gol, ni una sola baja. A partir de aquí, el partido entra en una fase en la que el conjunto español se va imponiendo progresivamente, salvo alguna reacción esporádica de los germanos. Nuestra defensa sigue resistiendo, el centro del campo es cada vez más español y la delantera nos depara algunas de las acciones más bellas del fútbol europeo con despliegues y contraataques de rara precisión y virtuosismo. España merece ganar. Y llega el primer gol. Alemania está derrotada. No ha podido con el juego preciso de los pitufos ni en el plano estratégico, que en principio era su fuerte, ni en el plano táctico, en el que nuestros jugadores se imponen claramente por visión del juego, por codicia, por sentido de la anticipación y por coordinación de las acciones de despliegue y repliegue. España practica el mejor fútbol de toda la Eurocopa y su mejor fútbol en muchos años.

Sería de desear que el fútbol, en cuanto acontecimiento multitudinario, fomentara no sólo la retórica patriótica sino también y sobre todo el sentimiento de pertenencia o, lo que es igual, el patriotismo de los españoles. Todos juntos, un equipo, una nación. La riqueza no está en la división sino en la unión. La riqueza, la racionalidad y la democracia, que es la racionalidad social. La democracia es una forma de racionalidad, pero sólo cuando es auténtica. Cuando no es auténtica, la democracia es un fraude o una forma de opresión encubierta. Una democracia formal, como la que tenemos en Cataluña, es una forma de opresión: una comunidad minoritaria oprime a una comunidad mayoritaria. Como tantas veces en la historia.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿no es cierto que los regímenes opresores siempre intentan perpetuarse y nunca lo consiguen?