Cataluña: de la desfachatez al cinismo pasando por la perfidia
En La Vanguardia barcelonesa, ayer española y hoy órgano oficial/oficioso de la burguesía regional más insolidaria y antiespañola, hemos podido leer últimamente algunos de los argumentos más conocidos y aireados en favor de la política practicada por la Generalidad. Aquí, se nos viene a decir, no hay flamencos y valones. Es cierto, señor amanuense del Sanedrín, lo que hay en Cataluña son catalanes y charnegos o, para ser exactos, una comunidad minoritaria y opresora y una comunidad mayoritaria y oprimida. Tan opresora es la comunidad minoritaria que copa todos los cargos de la Administración Autonómica y se presenta como el pueblo de Cataluña. Y tan oprimida está la comunidad mayoritaria que no se la menciona ni en leyes ni en documentos oficiales, y, lo que es infinitamente más grave, sus miembros han sido despojados de derechos tan elementales como es recibir enseñanza pública y asistencia sanitaria en español, lengua materna de todos ellos y, además, lengua oficial de España.
La argumentación del subsodicho amanuense, con fintas que van desde la desfachatez hasta cinismo, constituye un alarde de perfidia, aunque sólo sea por el empeño puesto a contribución para esquivar toda remisión a la legalidad vigente, que debería delimitar el ámbito del debate. Tanto firmantes del Manifiesto en defensa del español como firmante del Contramanifiesto en defensa del español deberían tener en cuenta en todo momento que lo que se discute, porque es lo que en definitiva está juego, son los derechos democráticos de los ciudadanos españoles en todo el territorio de la soberanía nacional o, lo que es igual, la vigencia de la Constitución española de 1978, referida a instancias oficiales, personas y Comunidades Autónomas.
Pájaro bobo entiende que todas la acciones de las Autoridades Autonómicas por eludir el marco constitucional son delictivas y deben ser invalidadas y penalizadas inmediatamente. Al menos, mientras la Constitución española de 1978 esté vigente y mientras España sea España.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cómo debe entender un lector de La Vanguardia que este periódico haga una hipócrita y farisaica defensa de la lengua española (llamada «lengua castellana») y luego reproduzca a toda página las declaraciones independentistas de los líderes de Convergencia, cuya ideología comparte abierta y cordialmente?