Montilla: empieza la cuenta atrás para el charneguete
Pájaro bobo se huele que el Sanedrín catalán, conocido oficialmente como Consejo Asesor de Cataluña, ha decidido que el charneguete Montilla ya ha realizado su trabajo –meter a dos subalternos suyos (exactamente: un subalterno y una subalterna) en el Consejo de Ministros y forzar la aprobación o, al menos, el no rechazo del Estatuto de Cataluña– y hay que prescindir de él, no vaya a ser que capitalice méritos y éxitos y se atrinchere en la Generalidad, como hizo en el PSC, y luego no haya manera de hacerle saltar. Se le dará una medalla de Sant Jordi como a todo quisque y va que arde. Si lo prefiere, con distintivo rojo, claro.
La Ferrusola, doña Marta, lo ha dicho: «Eso es una vergüenza para Cataluña». Y Felip Puig, lacayo servidor de su señor marido, Pujol ben Gurión, se ha apresurado a cumplir el deseo de la ilustre dama. Efectivamente, el catalán del cordobés José Montilla dista mucho de ser el que debería (no debiera).
El pretexto, no causa, está bien buscado, pues, como ha apuntado oportunamente la distinguida ex florista de la Rambla, «eso no ocurre en ningún país del mundo».
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿sabe el cordobés Montilla que para ser «català de mena» no basta con hablar una mena de catalán?
Nota
Después de observar el acento de Montilla en catalán, Pájaro bobo —toda una vida entregada al estudio de temas lingüísticos— se atrevería a afirmar que el cordobés tiene un oído musical de malo a muy malo.