Extremadura cofinancia las embajadas de Cataluña en Europa
A Lluís Suñé, miembro de ICV, Tarragona
Desde hace años, Pájaro bobo viene denunciando en esta página y en los medios a su alcance el hecho de que, a través de los presupuestos del Estado, los españoles, extremeños incluidos, estamos financiando la desintegración de España y, con ella, la independencia de Cataluña. Entregar dinero a la Generalidad es todo eso y muchas cosas más, pues con ese dinero la subsodicha instancia autonómica acumula competencias, en su inmensa mayoría tan indebidas como indebido es el uso que hace ellas, gana en fuerza y poder hasta el punto de plantar cara al Gobierno de la nación y financia desde la instalación de criptoembajadas catalanas en Europa y países del Magreb (aliados suyos en esta joint venture) hasta el lanzamiento de campañas para eliminar la lengua española de su ámbito supuestamente competencial y simultáneamente imponer el uso y abuso del catalán, amén de toda una sarta de tropelías que atentan contra la razón, la democracia y la Constitución que teóricamente está obligada a cumplir y hacer cumplir en el espacio de su jurisdicción.
En este contexto Pájaro bobo considera obligado recordar que la Generalidad de Cataluña posee una burocracia más propia de un Estado soberano que de una Comunidad autónoma por su envergadura, sus competencias y sus actividades. Como no puede ser de otro modo, todos sus miembros han sido y son elegidos y seleccionados entre el catalanismo militante más activo de palabra y obra, al igual que la entidades, empresas y particulares que reciben las ayudas, las subvenciones, los cargos y encargos oficiales y no oficiales, la información secreta y privilegiada y tantas y tantas formas de malversación de fondos públicos y corrupción institucional e institucionalizada como practica y cultiva la mencionada Generalidad.
Desde un punto de vista moral, todo ello, con ser grave, no lo es tanto, al menos para este observador, como el hecho, siempre sabido, siempre ocultado, nunca confesado y nunca denunciado, de que, frente al millón largo de personas arracimadas en el complejo burocrático-político-económico de la Generalidad, establishment bautizado por Pájaro bobo con el nombre de Rovell de l’ou o Corralito de las cien familias burguesas de Sant Gervasi, quienes trabajan en los sectores realmente productivos son los inmigrantes: extranjeros y españoles llegados principalmente de Andalucía y Extremadura, llamados igualmente inmigrantes/emigrantes. En el sector de la construcción, por ejemplo, la presencia de indígenas o aborígenes, siempre en puestos directivos, no llega a un diez por ciento, mientras que la de inmigrantes copa el noventa por ciento restante.
Naturalmente, en ese noventa por ciento hay que incluir más de doscientos mil extremeños y un millón de andaluces. Resumiendo: aquí, en Cataluña, los de fuera trabajan; los de dentro recaudan, administran y, después de quedarse con la mayor parte del dinero recaudado, aún dicen que es poco, pues con ese dinero, que según ellos les pertenece y de acuerdo con los hechos han usurpado a los trabajadores foráneos, están empeñados en financiar la independencia de Cataluña. Miserables, miserables.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿no recuerda el comportamiento de esos recaudadores el de ciertos proxenetas o protectores de prostitutas del Barrio chino barcelonés?
Nota
Pájaro bobo quiere creer que ahora sus paisanos de Hervás, entre ellos Francisco Moriche, sabrán a quiénes se refería cuando hablaba de miserables y por qué. Ahí están también las intrigas, las perfidias y las deslealtades que, de acuerdo con otra variante, denunció en la misma ocasión.