Sabadell: dictadura lingüística en un hospital de la Seguridad Social
Un lector-escritor del ABC denuncia algunas de las muchas estratagemas que utilizan los autodenominados nacionalistas catalanes. Son tantas ellas y tan pocos ellos… El buen hombre viene a decir que lo que estos hacen carece de sentido. Claro, claro, para nosotros, pero no para ellos. Y, en cualquier caso, lo hacen, que es lo que cuenta.
Así, en un hospital de Sabadell adscrito a la Seguridad Social, todos, todos, absolutamente todos los letreros están escritos en catalán, lo mismo que las recetas y la inmensa mayoría de las instrucciones dirigidas a los pacientes y sus familiares o acompañantes. En catalán, básicamente sólo en catalán. Algunos letreros, sabiamente seleccionados y estratégicamente colocados, están escritos, también, en español o, como ellos dicen, en castellano. Junto a la puerta de entrada al hospital hay (o, al menos, había) uno de quita y pon. Hecha la trampa, hecha la añagaza.
En este establecimiento sanitario hay médicos que se niegan rotundamente a hablar español. Cuando un enfermo dice que no entiende el catalán, estos médicos se dirigen a los familiares y preguntan si entre ellos hay alguien que lo entiende. En caso afirmativo, hablan con él y le piden que traduzca su mensaje al desvalido paciente. Evidentemente, quien quiera puede negar lo que digo, pero da la casualidad que he visto y he vivido con mis propios ojos y mis propios oídos varias situaciones de esta índole. También he vivido situaciones en las que el médico ha estado hablando en catalán con el paciente, sin mirarle a la cara, y luego se ha marchado sin despedirse de él, sí, sin despedirse. Claro, todo esto son infundios y ataques a Cataluña y a los catalanes. Lo que no es un infundio es que, en general, el personal del establecimiento sanitario es amable y servicial. Ello no es óbice para que los comisarios lingüísticos realicen concienzudamente su trabajo e impongan su ley.
Políticas aparte, no parece lícito que se utilice a los ciudadanos de lengua española para llevar adelante un proyecto que atenta contra sus derechos y tampoco que se ponga en peligro la salud y la vida de los pacientes imponiendo y aplicando criterios contrarios a la función sanitaria por la que el personal del centro cobra y a la que éste se debe.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿a qué extremos puede llegar la indignidad de las personas?
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