Artículos del día 20 de septiembre de 2008

Crisis: economía productiva versus economía especulativa

Pájaro bobo, administrador de su casa y, por lo tanto, economista, opina que, en principio, la economía productiva se desarrolla de abajo arriba, a lo largo de la historia y en el seno de las sociedades vinculadas en su última etapa al modo de producción capitalista. Opera con bienes poseedores de entidad y utilidad reales que determinan su valor de uso. Simultáneamente,  esos bienes con valor de uso delimitan el campo de la economía productiva y fijan su lugar en el ámbito de las actividades humanas. Y si es cierto, al menos para este hijo de un obrero socialista, testigo y mártir, que la economía productiva nace de un insano afán de lucro e implica, ¿necesariamente?, la explotación del ser humano por el ser humano, también lo es, al menos para él, que proporciona productos  y servicios (si se prefiere, subproductos y subservicios) que impulsan y favorecen la vivencia,  la convivencia y la supervivencia de los seres humanos. Todo lo que tenemos y todo lo que no tenemos se lo debemos a esa explotación.  Y, antes y después, todo lo que somos y todo lo que no somos. Georg  W.F. Hegel, padre intelectual de Karl Marx y su contradoctrina, dejó escrito: «Dios se sirve de las pasiones de los seres humanos para sus fines». Y aquí quien dice Dios puede decir perfectamente la naturaleza.

Pájaro bobo considera que, con la historia de la humanidad en las manos, no podemos afirmar que estamos ante una ecuación ajena al tiempo, siempre idéntica  a sí misma,  del tipo «explotación igual a explotación» sino ante una proposición, constantemente diferente a sí misma, que dice:  «explotación igual a menos explotación y algo más (progreso)». Esa misma idea le llevó a Pájaro bobo a blasfemar en cierta ocasión: «Para luchar contra la explotación, lo más inteligente es dejarse explotar». Lo descubrió  gracias a su experiencia como emigrante en la vieja Europa y, ya instalado como explotador, han venido a recordárselo los suramericanos y los africanos que han llamado a su puerta.

Desde su aparición/alumbramiento, la economía especulativa se ha situado socialmente por encima de la economía productiva y ha venido moviéndose en círculos horizontales de evolución  concéntrica y tendencia expansiva. Todo ello, gracias a que opera esencialmente  con un valor de cambio, el dinero, del que puede y acaso debe decirse que es un valor económico sin realidad física.

La ambición suprema, rara vez confesada,  de la economía especulativa es estrangular y engullir a la economía productiva, de la que, curiosamente, emana y a la que se debe. Al menos teóricamente, cabe pensar en una economía productiva sin economía especulativa, pero no cabe pensar, ni siquiera idealmente,  en una economía especulativa sin una economía productiva, de la misma manera que no cabe pensar en una actividad parasitaria sin un cuerpo/organismo parasitado. Y es sabido que, empezando por el instinto de supervivencia,  la vida en todas sus formas  se rige por leyes económicas de acuerdo con el esquema: debe y haber, activo y pasivo, catabolismo y anabolismo.

Por lo tanto, en lógica sanamente egoísta, la economía especulativa deberá procurar que la economía productiva ni languidezca ni se extinga, pues en esa joint venture también a ella le va la vida, que en definitiva es lo único que le importa.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿qué sería de los depredadores sin cuerpos/organismos a los que depredar una y mil veces?