Miguel rockero
Miguel estudió Telecomunicaciones con aprovechamiento y excelentes resultados. Después se pasó un año en Berlín, en cuya Technische Universität realizó y presentó su trabajo de fin de carrera. Ahora trabaja en lo suyo, aunque lo suyo de verdad son los inventos y la música. Miguel trabaja para poder hacer lo que realmente le gusta. Según él, es un tributo que tiene que pagar y paga.
El viernes por la mañana estuvo hablando con su padre sobre el principio de incertidumbre formulado por Heisenberg y el lugar de Dios, en cuanto Ser, en la ciencia. Miguel está con los científicos que no quieren ningún Dios —léase postulado a priori— en su parcela. El acontecer, al acontecer, da lo que es; no hay nada más. Pájaro bobo le pregunta si podría ocurrir o acontecer que, una vez los científicos hayan reconstruido mentalmente el universo, si es que lo consiguen, se encontraran con que no hay una respuesta válida y tuvieran que seguir adelante o empezar de nuevo, sin Dios o con Dios. Miguel se echa a reír… «Lo pensaré, lo pensaré…»
Por la noche, Miguel se viste de rockero y actúa con su grupo en un local que lleva el simpático nombre de «La Sedeta» en honor de una antigua fábrica textil. El inventor, ahora muchacho, se disfraza (se ha dejado barba para el evento), toca la guitarra y canta o hace algo parecido. Le acompañan un colega y una colega. Aplausos, gritos y bullicio, todo dentro de un orden. Su madre y yo estamos pasmaos. Tenemos un hijo al que no conocemos.
Curiosamente, Miguel, ese desconocido, se mantiene en equilibrio por encima de su entorno. El entorno le respeta y espera la sorpresa. Sus padres están sobre aviso.