José Montilla, el proscrito de Cólquida

Parece ser que los barones socialistas de las muchas y diferentes baronías de nuestra España autonómica le han arreado una memorable y memoranda tunda, acusaciones e insultos incluidos, a Josep/José Montilla, charneguete del Bajo Llobregat, hic et nunc presidente accidental de la Generalidad de los catalanes. Maestro consumado, y al fin consumido, de la política territorial más subrepticia, este hijo natural de Iznájar, Córdoba, llevaba tiempo haciendo deméritos.  Para colmo, el malparit guardó silencio como un sepulcro sin inquilino cuando un malparit llamó malparits a los extremeños. ¿Qué iba a hacer y a decir  el malparit en el país del malparit carallot Carod?

Parece ser asimismo que Zapatero  ha desmontado con envidiable y envidiada facilidad el frente catalanista en el que el su(b)sodicho Montilla  militaba  como conspicuo ideólogo, cabecilla y estratega. De hecho, al leonés le ha bastado con un dribbling-desmarque digno del Cruyff de los mejores tiempos  para deshacerse de sus aliados/enemigos de la Fenicia de Poniente. No obstante, si nos atenemos a lo que dice y enseña la historia reciente de este país y sus paisanos, aún tiene que ajustar cuentas — liquidación y finiquito— con el hombre que, tras recibir de él la misión de acabar con Maragall y el maragallismo en el seno del PSC, se pasó al enemigo y se dedicó a hacer la puta i la Ramoneta con una perfidia y una deslealtad dignas de peor causa.

Pájaro bobo está convencido de que, desde entonces, el líder de los socialistas peninsulares se la tiene jurada, y el charneguete lo sabe. ¿Qué no sabrá un bolchevique como él,  tratándose de intrigas y venganzas? Pero podemos estar seguros de que en esta guerra no correrá la sangre, como no sea en términos simbólicos, pues el vengador y ajustador de cuentas no es hombre que se deje llevar fácilmente por la iracundia de un Væ victis! (Wehe den Besiegten!)  más propio de bárbaros que de fenicios.

Pájaro bobo se obstina en pensar que Zapatero le tiene preparado el pasaporte a su antiguo  y desleal mensajero-colaborador. El pasaporte, el destino y la misión.  Ejemplo.

Una vez Montilla haya dejado la Generalidad, Zapatero le comunica  través de un subalterno de su entera desconfianza  que le tiene reservado un cargo con mucho porvenir como miembro de  la delegación española en un  país perteneciente a la antigua Unión Soviética. Montilla, exultante de gozo y a la vez un sí es no es sorprendido y receloso, dadas su vena y su mena púnicas, emprende viaje, pero cuando llega a su destino y abre la presunta valija diplomática se encuentra con que, en vez de las credenciales de embajador, hay un sobre chuchurrío y en su interior un papel que dice y canta:
«Por la presente se nombra a José Montilla Aguilera,  de cincuenta y … años de edad, natural de Iznájar, sin conocimiento de idiomas ni estudios universitarios conocidos y/o reconocidos,  conserje de segunda categoría, clase B,  en el Instituto Cervantes de Tiflis, capital que fue de la mítica Cólquida, tierra de iberos,  y hoy lo es del actual  y muy soberano Estado de Georgia».

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cómo reaccionará Josep Montilla i Aguilera en ese caso?

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