¿Fin de las guerras, el petróleo y el ajedrez?
Por si no lo saben ustedes, digamos que el indio de Madrás Viswanathan Anand, actual campeón mundial de ajedrez, vive en Collado Mediano, localidad de unos diez mil vecinos situada a 50 kilómetros de los Madriles, capital interina de los diecisiete dominios o sitios autonómicos. Ahí, en ese collado de la Sierra de Guadarrama, el indio Anand tiene su casa, en su casa su sótano y en su sótano su banco de datos particular y muy secreto. Ahora, Anand se prepara con sus ordenadores para enfrentarse al ruso Vladimir Kramnik en un duelo con el título en juego.
En una entrevista reproducida en la revista alemana Der Spiegel, Anand habla de sus ideas sobre el ajedrez, unas veces llamado juego ciencia y otras masturbación del cerebro, así como de su método de preparación. En los primeros tiempos, la preparación ajedrecística se hacía con ayuda de libros, después se hizo con ayuda de jugadores contratados como sparrings que en ocasiones eran tan buenos como el maestro y aspirante al título. Actualmente, todo se hace con ayuda de ordenadores. El indio Anand dice que él estudia los sistemas de juego de sus contrincantes y, a partir de ahí, posiciones concretas. Es un método selectivo basado en el estudio/conocimiento de la manera de jugar del contrincante y, con anterioridad, de su temperamento. De hecho, cada jugador tiene una manera de jugar propia e identitaria, es su estilo. A partir de ese supuesto, el jugador perfecto sería aquel que, liberado de su temperamento y su manera natural de jugar, hiciera en cada momento la mejor jugada posible en términos teóricos y prácticos.
Pájaro bobo dice que esa idea, debidamente adaptada y adoptada, sirve para todos y cada uno de los practicantes de una actividad, de cualquier actividad, de toda actividad humana. El estilo como superación del estilo. Las reflexiones de Anand siguen otros caminos. Él sostiene que al ajedrez, como campo de investigación, le quedan entre veinte y cuarenta años de vida. Algo así como a los pozos de petróleo. Y a los automóviles. Y a los barcos de guerra. ¿Y a las guerras?
¿Se extinguirán las guerras, el petróleo y el ajedrez al mismo tiempo, concretamente de aquí a veinte o cuarenta años?