Cataluña: derechos
Primero –albores de la transición democrática— reclamaron el derecho a educar a sus hijos en catalán, lengua materna de éstos, y a tener obispos catalanes. Con el tiempo, el derecho se convirtió en una imposición y los obispos catalanes se hicieron catalanistas y agentes activos de un proyecto mundano y, a mi modo de ver, injusto, como mínimo, en sus procedimientos. Hoy, el llamado nacionalismo catalán, clero incluido, ha cristalizado en un sistema político que oprime a más de la mitad de la población de Cataluña; concretamente a la comunidad de lengua española.
Y cuando los miembros de la comunidad de lengua española reclaman el derecho a educar a sus hijos en su lengua materna, el español, se les dice que esa medida rompe la convivencia y quiebra la cohesión social. Evidentemente, eso es algo que las democráticas autoridades autonómicas de Cataluña no pueden permitir de ningún modo. Esas mismas autoridades saben que el mejor medio de mantener la cohesión de una sociedad con dos comunidades lingüísticas es oprimir a una de ellas: en este caso, la comunidad de lengua española, que, además, es la más numerosa.Y en esas están.
Tal vez convendría recordar a esas autoridades que, de acuerdo con la historia, detrás de la opresión viene, en muchos casos, la pérdida/usurpación de la identidad individual y colectiva.
Miserables, miserables.