Vidal-Quadras y la Corona
Vidal-Quadras escribe hoy en La Razón sobre la Corona, a juicio de Pájaro bobo, llevado de una preocupación rayana en la angustia. En su denuncia-lamento, el físico se sirve de una pregunta que, en el fondo, es una respuesta o, al menos, una constatación: en estos momentos, con un panorama aterrador ante los ojos, el rey no está donde debe estar, y debe estar donde las circunstancias exigen que esté para poder tomar en cada instante la decisión o las decisiones que debe tomar. Ingenuidad de ingenuidades y todo ingenuidad. Vidal-Quadras piensa con su cerebro, no con con el cerebro de la cabeza coronada, que, para mal de unos y bien de otros, está donde le mandan y no precisamente para pensar. Por eso y para eso es rey. Si nadie puede dar lo que no tiene, acaso nadie debe pedir a otro lo que ese otro no puede dar por la sencilla razón de que no lo tiene.
La situación de España es ciertamente muy grave. A juicio de este atormentado Pájaro bobo, más por la falta de patriotismo (¡sentimiento irracional y reaccionario, claro está!) y de coraje (por supuesto, actitud mental irreflexiva y, básicamente, contraria al instinto de supervivencia) de los que se llaman españoles que por la perfidia y la doblez de los que quieren destruirla. Cada mañana, cuando se levanta y mira por el ojo de buey de su búnker de pladur, Pájaro bobo se asombra de que el edificio de España siga en pie. Resquebrajado, tambaleante, pero en pie. Milagro de la inercia, una inercia aparentemente ajena a la ley de la gravitación. ¿Hasta cuándo? Tal vez el físico tenga una respuesta.
Somos muchos los españoles que estamos pendientes de sus palabras.