España: ni en los G-8 ni en los G-20
Salir de España con dos o tres idiomas de primera división en el caletre y en la boca es una inteligente manera de descubrir tanto lo que somos como lo que no somos. Quimeras aparte, la medida debería aplicársela Zapatero, dada su ignorancia respeto a lo que ocurre en el mundo y respecto al lugar que España ocupa en él.
Quimeras aparte, ahora el supuesto políglota y presunto hombre de Estado podría/debería salir corriendo, no para imitar a Sarkozy, sino para poner remedio a la situación: España no figura en el mapamundi económico. Los veinte países económicamente más poderosos del mundo se disponen a celebrar una cumbre para planificar el nuevo orden mundial y España no está presente en ella por la sencilla razón de que Estados Unidos, país anfitrión y factótum, no la ha invitado o, para ser exactos, ha ignorado deliberadamente a su jefe de Gobierno, Rodríguez Zapatero. Ajuste de cuentas, sí, pero, por encima de todo, prueba rotunda y fehaciente de lo poco que somos y de lo poco que contamos en el mundo de las finanzas y en las finanzas del mundo.
Cabe pensar que, como tantas veces y en tantas ocasiones, ahora el tal Zapatero va a colmar de promesas a los responsables del Pentágono y les va a decir cosas como: «Estamos dispuestos a enviar a Afganistán y a donde ustedes manden y ordenen un cuerpo de legionarios para que luchen en primera línea de fuego y en las zonas más peligrosas, así como una división acorazada completa, hombres y equipos; por ejemplo, la división Brunete. Además estamos dispuestos a firmar ahora mismo la compra de tres fragatas, tres acorazados y tres portaviones. Pago a tocateja». Y en ese plan, hasta conseguir el beneplácito de Bush, sus asesores y sus contables, con la preceptiva e inexcusable tarjeta de invitación a la cumbre. Tarjeta American Express, of course.
Evidentemente, Pájaro bobo no sabe si Zapatero va a conseguir su objetivo y va a salir en la próxima foto de jefes de Gobierno en el Pentágono gracias a su sempiterna treta de promesas con kindersorpresa, pero sí se atreve a pronosticar que el aspirante/suplicante/mendicante se va a emplear a fondo y, como tantas veces y en tantas ocasiones, va a prometer lo que no debe y lo que, después, no piensa cumplir. Lamentablemente para él, la experiencia nos enseña que al final todo se sabe.
Lo más triste del caso no es que Rodríguez Zapatero sea un irresponsable, un embustero y un amoral-inmoral, sino que España y los españoles tengamos que pagar sus traiciones.
¿Dos preguntas ingenuas e intempestivas?
¿Alguien cree sinceramente que lo de Zapatero, visto como caso patológico, tiene remedio?
¿Cabe la posibilidad de pedir a Mister Bush que curse una invitación personal a su amigo Anzar para que éste asista a la cumbre económica en representación de España y al menos salve los muebles?