Artículos del día 30 de octubre de 2008

El Constitucional, el Estatut y el Premio Planeta

A juicio de Pájaro bobo, un juicio que en determinados temas y momentos no es ni mucho ni sano, las filtraciones sobre el tratamiento —quirúrgico o medicamentoso— que el Tribunal Constitucional intenta aplicar al Estatut ponen de manifiesto las tensiones y presiones a las que la alta instancia es sometida, poco menos que a diario, por parte de los siempre activos traginers catalanes. Trajín va y trajín viene, intriga va e intriga viene. Los conjurados no paran.  Y Montilla, hijo de la falsedad y la perfidia, en su  ciudadela o, por mal decir, Citadella. Estamos a orillas del mar de la Sargantana, costa que fue de fenicios. Pero, ¿es realmente posible que una traición dé para tanto?

A juicio de Pájaro bobo, que acaso nunca fue un juicio sin cierto y muy cierto fundamento lógico, esas filtraciones, tensiones y presiones  desautorizan, por consentidas, permitidas y en definitiva fomentadas, a la instancia que debe pronunciar sentencia sobre el documento estatutario e invalidan, stricto sensu, tanto su acción en el Estatut como su veredicto sobre él.

A juicio de Pájaro bobo, que ahora se dispone a emitir su juicio, la sentencia del Tribunal Constitucional adolece, mutandis mutatis, del mismo vicio —léase pecado original— que el premio Planeta, pues si en él se conoce el nombre del ganador cuando, en muchos casos, este aún no ha terminado de escribir su novela, en el caso del Estatut políticos y periodistas conocen con todo detalle el contenido de la sentencia que emitirá el Tribunal Constitucional cuando éste aún no ha empezado a redactarla.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿no se podría organizar el próximo mes de diciembre un happening político-social unitario  para celebrar oficialmente  la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut y la concesión del Premio Planeta?

A juicio de Pájaro bobo hay estafas que deben celebrarse como triunfos, como hechos heroicos e incluso como conquistas de la imaginación humana.

El capitalismo y la selección natural

Todos, videntes y televidentes (literalmente, los que ven lejos), coinciden en afirmar que el sistema capitalista se encuentra por enésima vez en una situación límite. Según ellos, ese sistema, con sus subsistemas (producción, administración y control, amén del dinero como valor y moneda de cambio), había entrado en un proceso de aceleración que, si no se detenía o al menos se ralentizaba, acabaría  inexorablemente en un desastre inminente y total. Los responsables, atentos al apocalíptico mensaje de videntes y televidentes, han decidido poner remedio, aunque sólo sea para iniciar una nueva etapa, ciclo o época. El capitalismo no se rinde; ni se rinde ni se extingue. Que venga Marx y lo vea.

Y es que, muy probablemente, el judío alemán no acertó a imaginar los recursos prácticos del capitalismo para zafarse de situaciones que en apariencia, sólo en apariencia,  lo condenan inexorablemente a muerte en razón de sus contradicciones internas. Contradicciones, sí; pero conciliables. Indefinidamente conciliables y, por conciliables, con valor de impulsos dinámicos y proactivos. De hecho, estamos ante una rarissima  avis a la que en ocasiones se ha llamado metafóricamente Ave Fénix. Para bien o para mal, nos guste o no nos guste, el capitalismo resurge una y otra vez después de cada crisis, no sabemos si con más vitalidad que antes pero probablemente sí con más capacidad de aguante y dotes de supervivencia.  Y, sin duda alguna, con menos explotación.

En lo que no coinciden videntes y televidentes, como tampoco sus respectivos pupilos, es en el tratamiento que debe aplicarse ahora al sistema, pues mientras unos propugnan una intervención quirúrgica a fondo hasta refundirlo y refundarlo, otros proponen exclusivamente  medidas centradas en la parcela  controlada por los brokers, llamada comúnmente economía financiera o especulativa. Hay que mantener a raya a parásitos y depredadores para que no acaben con el organismo anfitrión, que somos todos nosotros.

Sea de ello lo que fuere, lo más probable es que, una vez aplicada la terapia,  el sistema funcione durante un período de tiempo más o menos prolongado no sólo porque, hoy por hoy, no existe una alternativa al capitalismo sino también y sobre todo porque, a juzgar por infinidad de indicios acumulados a lo largo de los siglos, ese es el modus operandi y el modus vivendi elegido por la naturaleza para llevar a la humanidad hasta un sistema social totalmente libre de contradicciones internas  y de  injusticias.

En opinión de Pájaro bobo, por peregrino que pueda parecer, el capitalismo, como sistema sometido a un proceso de cribas sucesivas, se inscribe en el modelo de la selección natural, sólo que, en ese  caso,  la plena adaptación al medio deberá traer consigo su superación y extinción como fase histórica.  En esas estamos.