Economía hogareña: el modelo de los tres tercios
El modelo de los tres tercios (33%, 33%, 33%) tiene aplicación en diversos campos. Dada su condición de administrador familiar o economista, Pájaro bobo lo ha adoptado en su hogar. En esencia, el modelo consiste en dividir mensualmente tanto los ingresos como los gastos de una unidad operativa, en este caso una familia, en tres partes básicamente iguales.
El primer tercio de los ingresos se destina a la alimentación de la familia y los gastos diarios y semanales inherentes a la casa. El segundo tercio, a la parte proporcional de los gastos de cierta entidad y de periodicidad mensual o superior, así como a inversiones (coche, muebles, etc.). El tercer tercio se destinará a ahorro, al menos en una situación ideal. En la práctica, el tercer tercio debe actuar como margen de seguridad, pues marca el límite, 66%, que, en aras de la propia seguridad, la economía familiar no debería sobrepasar. Sólo cuando se dispone de suficientes garantías en forma de reservas debe disponerse del tercer tercio. En cualquier caso, el dinero ahorrado en un mes nos permite saber si estamos en condiciones de asumir un crédito hipotecario o personal, así como su cuantía y su duración.
Cuando aún no se posee una situación económica que permita adoptar el modelo de los tres tercios es conveniente retener su esquema conceptual, de modo que actúe al mismo tiempo como referente y como elemento corrector a la hora de efectuar gastos de la índole que fuere, sobre todo si son superfluos y gravosos o muy gravosos.
Pájaro bobo considera que para una familia de nivel medio siempre o casi siempre es preferible operar con una caja de ahorro, pues estas entidades practican una política menos agresiva que los bancos y, por tradición, poseen un carácter familiar y social del que éstos carecen. Una medida siempre sana consiste en eliminar todas las formas de crédito encubierto, en especial las tarjetas de crédito, y todos los subterfugios de la fidelización, pues en la práctica ésta se convierte en una auténtica coraza de la que puede resultar muy difícil deshacerse.
Es asimismo conveniente desglosar el presupuesto mensual en semanas y detallar los gastos correspondientes a cada una de ellas, de modo que sepamos siempre dónde estamos (el dinero que tenemos) con relación a lo que queda de mes con sus gastos previstos y no previstos. Si se inicia el mes con déficit, lo más probable es que se termine el mes con un déficit aún mayor, pues siempre hay imprevistos. Por eso, a ser posible, a la hora de hacer el presupuesto mensual debe dejarse un margen para imprevistos.
Si no se tiene un presupuesto que permita adoptar el modelo de los tres tercios, conviene retenerlo como referente para controlar y orientar los gastos. Si se tiene un presupuesto que permite adoptar el modelo de los tres tercios, conviene no sobrepasar nunca el límite del segundo tercio (66%).
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