Ley de memoria histórica, no; reconciliación nacional, sí
Llevado de su ignorancia, Pájaro bobo quiere creer que, como los pecados, los delitos en sí mismos no prescriben. Prescriben, cree él, los plazos para denunciarlos, enjuiciarlos y penalizarlos.
Llevado de su ignorancia, Pájaro bobo quiere creer que en un Estado de derecho ni hay ni debe haber delitos que queden impunes por falta de instancias judiciales competentes.
Llevado de su ignorancia, Pájaro bobo quiere creer que en cada caso concreto el magistrado competente debe ser designado por la autoridad competente, cerrando el paso a intromisiones indebidas, incluidas acciones motu proprio de tipo voluntarista.
Llevado de su ignorancia, Pájaro bobo quiere creer que, con referencia al período de nuestra Guerra Civil, la existencia de pruebas tan numerosas como irrefutables en forma de corpora delictorum da derecho a hablar de crímenes y a iniciar las acciones judiciales pertinentes, una vez comprobado que no se hizo ni en su momento ni en fecha posterior.
Llevado de su ignorancia, Pájaro bobo quiere pensar que un Estado de derecho no debe pasar página y asentar la legalidad vigente sobre miles de crímenes y miles de cadáveres que se hallan todavía en fosas comunes.
Llevado de su ignorancia, Pájaro bobo quiere creer que los españoles tenemos el derecho y la obligación de conocer la verdad y tratar de restablecer la dignidad y el honor de todas las personas agraviadas, pero personalmente no está de acuerdo con una ley concebida como ajuste de cuentas que perpetúe el enfrentamiento fratricida de los españoles .
Pájaro bobo, hijo de la guerra, sueña con un futuro en paz nacido de la acción conjunta de un poder judicial competente, imparcial y magnánimo y una sociedad civil generosa, suficientemente generosa para anteponer el perdón a la venganza, la reconciliación de los españoles a la memoria histórica.
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