Montilla: ni sabra ni hereu, prosélito
En opinión de Pájaro bobo, para ser hereu de Pujol hay que ser sabra, para ser sabra hay que pertenecer a la burguesía de casa nostra, para pertenecer a la burguesía de casa nostra hay que ser hijo natural y reconocido de, al menos, una de las cien familias de la Barcelona industrial, la misma que ha venido cardando y tejiendo la lana en estos sus lares desde antes de la Revolución industrial.
Si no se es sabra no se puede pertenecer al Sanedrín, Consejo Asesor de Cataluña. Se puede ser, a lo sumo, presidente accidental de la Generalidad. Evidentemente, Montilla no es un sabra. A pesar de toda su perfidia, Montilla será siempre y sólo un prosélito, tanto en la Generalidad como en el Colegio Alemán. Y, desde los tiempos bíblicos, el prosélito —traidor por partida doble— es un ser despreciable y despreciado. Eso se aprende en la escuela, de niño.
Pájaro bobo se inclina a pensar que el tal Montilla tiene un deplorable oído musical. Y, sin oído musical, es muy difícil aprender bien una lengua extranjera. Quiere decirse, su entonación. Y es sabido que el tono hace la música. En la lengua del Colegio Alemán: Der Ton macht die Musik.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿por qué la izquierda española, incluida la de casa nostra, sigue empeñada en ignorar que el fenómeno catalán es esencialmente, en su origen, en su composición, en sus medios y en sus fines, un movimiento burgués?