Artículos del día 9 de noviembre de 2008

Obama y UPyD: UPyD y Obama

En opinión de Pájaro bobo, siempre entregado a la  televidencia y a la lectura de letra menuda sobre papel, la campaña electoral de Estados Unidos y en concreto la actuación en ella de Barack Obama contienen  datos de interés en forma de lecciones prácticas para los partidos políticos españoles y, en especial, para una formación como UPyD, que, nacida en y de las capas inferiores y medias de la sociedad,  puede decirse que, a estas alturas, aún carece de una superestructura política, económica e ideológica a la manera de la que tienen los grandes partidos falsamente tradicionales y supuestamente democráticos.

El que suscribe entiende que, básicamente, Obama gana las elecciones pivotando sobre tres elementos básicos que, en términos de antagonismo electoral, están a su entera y en muchos casos exclusiva disposición: 1) las capas inferiores de la sociedad, hasta ahora marginadas social y políticamente; 2) la juventud de esas capas inferiores y de la sociedad en su conjunto, que ven en Obama un líder con aspecto de colega: viste como ellos, habla como ellos, se mueve como ellos y vive como ellos aspiran a vivir; 3) Internet. Si con Obama empieza el futuro, hace ya tiempo que la red ha pasado a ser el vehículo de comunicación e intervención/ actuación de las generaciones jóvenes y, muy concretamente, de los sectores más dinámicos y más rebeldes al establishment y sus sistemas de control. Con la red se burla, desde hace tiempo, el control de los poderes establecidos sobre la sociedad.

Obama encarna un tipo humano que es a la vez líder y modelo. Líder de la juventud y modelo de cuantos, en esa tierra de promisión que es Estados Unidos, sueñan con hacer realidad su propia visión/versión del sueño americano, esa tierra en la que, es cierto, no hay Seguridad Social, pero en la que está escrito con letras de oro: The winner takes it all (el ganador se lo lleva todo). El sueño americano es un sueño de lucha, conquista y triunfo, triunfo económico, of course. Para los jóvenes, Obama, con  su trayectoria vital, encarna el sueño americano, the american dream.

Es verdad que detrás de Obama, lider y modelo de la juventud urbana y suburbana, marginada y rebelde,  están los grupos oligárquicos de rancia y discreta moral calvinista que controlan la economía especulativa y, con ella, la política como actividad especuladora. Obama lo sabe, pero hace ver que ni lo sabe ni le interesa, pues lo que pretende es facilitar el acceso del mayor número posible de personas a esas clases medias que encarnan la sociedad civil estadounidense y con ella el espíritu del país. Obama, telepredicador, lleva a la juventud marginada el evangelio del sueño americano: You can.

UPyD es un partido joven formado, básicamente, por gente joven. En Cataluña, hoy tierra difícil para todo lo español, se halla en fase de implantación. Tendrá que definir los conceptos capitales de su ideología, buscando un equilibrio, nunca fácil, entre la izquierda y la derecha convencionales/tradicionales, pero sobre todo tendrá que delimitar y acotar su parcela social, algo sumamente complicado en una sociedad como la catalana formada por dos comunidades sociolingüísticas y en la práctica sometida a ley impuesta por la clase dominante a través de la ideología dominante, como en los viejos tiempos.

Aun así, descartados infortunios naturales y maquinaciones de carácter criminal, Pájaro bobo, aferrado a una visión providencialista (y, por lo visto, nada científica) de la existencia humana, quiere creer que Obama conseguirá difundir su evangelio y contribuir decisivamente a la liberación económica, social y cultural de las capas sociales que más lo necesitan en su opulento país, mientras que en Cataluña se pondrá fin a esa forma de opresión ejercida por una clase dominante que, bajo una apariencia democrática apenas formal, copa todos los resortes de poder: poder económico, poder político, poder social.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿tienen razón de ser en pleno siglo XXI tales formas de marginación  y orpresión?

Novísimo New Deal: de 1929 a 2008

A la postre, la Gran Depresión estadounidense de 1929 alumbró un proyecto regenerador o, más exactamente, reactivador de la economía auspiciado y propugnado por el presidente Franklin Delano Roosevelt entre los años 1933 y 1937. Fue el New Deal, término que puede entenderse como «Nuevo Acuerdo», «Nuevo Pacto», «Nuevo Trato».

Como la Gran Depresión fue esencialmente una crisis de producción, la solución consistió en la adopción/ejecución de  paquetes de medidas encaminadas prioritariamente a reactivar la economía productiva mediante el consumo y la inversión, que a su vez fueron reactivados mediante programas de trabajo privado y empleo estatal. En definitiva,  el mercado, en cuanto consumo colectivo, activa/reactiva la producción (economía productiva), a la vez que regula y estabiliza el sistema económico en su conjunto. ¿Perpetuum mobile? Pájaro bobo se inclina a pensar que, efectivamente, unas veces se trata de un perpetuum mobile y otras, en cambio, de una círculo vicioso o Teufelskreis.

En cualquier caso,  la crisis actual es infinitamente más grave, aunque sólo sea porque afecta al conjunto de la economía  entendido como modelo  —producción, distribución y consumo—, un modelo que muchos entendidos consideran agotado (exhausted). En lo que éstos no se ponen de acuerdo es en si el modelo está efectivamente agotado en términos absolutos (como modelo económico en sí mismo) o en términos relativos (como ciclo histórico).  Esa diferencia en el diagnóstico determina lógicamente diferencias en los tratamientos propuestos para afrontar y solucionar la crisis. De lo que no cabe duda es de que el tratamiento o los tratamientos que se propongan y lleven a la práctica deberán insistir sobre todo en la reducción y el control de la distribución, que es  donde se asienta la economía especulativa, principal causante, a los ojos de la inmensa mayoría de observadores, de la actual crisis económica.

Aun así, hay que  decir que las  medidas de control del sector especulativo son imprescindibles pero no suficientes. Hacen falta también medidas que fijen de nuevo las leyes del sistema de producción y sobre todo del mercado, un mercado que, como hemos podido comprobar,  no sólo actúa como mecanismo retrorregulador sino también como impulsor, a menudo en términos exponenciales, de los errores (desequilibrios) tanto del sector productivo como del sistema económico en su conjunto.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿qué quedará de nuestras economías después de esta crisis?