Una conjura con nombre de Estatuto (Segunda entrega)
Hace como un par de años, Pájaro bobo envió a un amigo suyo conocido en este minifundio virtual como el Poeta de la granja un escrito titulado «Una conjura con nombre de Estatuto» para que se interesara por su publicación en un periódico de los Madriles. El poeta se interesó, pero no lo consiguió. Apenado, comunicó al autor del escrito: «Me han levantado la página». Eso significaba que agentes de la célula catalano-separatista en la capital habían conseguido hacerse con el documento y neutralizarlo. No llegó a publicarse.
Pero a partir de ese momento el documento recorrió pasillos cada vez más oscuros y despachos cada vez más altos. A Pájaro bobo le consta que llegó hasta instancias con mando en plaza y poder de decisión. Y no sólo fue leído sino también estudiado a fondo y tenido en cuenta.
Simultáneamente, Pájaro bobo notó que sus condiciones de vida empeoraban. Si hasta entonces sobrevivía en condiciones de muerte civil, a partir de ese momento comprobó que se estrechaba el cerco a su persona y aumentaba la presión sobre él, acompañada de provocaciones y difamaciones tan gratuitas como infames. Aun así, procuró conservar el equilibrio psíquico y la autoestima. Y el hecho es que sobrevivió. Y sigue vivo.
Mientras tanto, el Estatuto de Cataluña ha permanecido encallado. El Tribunal Constitucional lo está estudiando todavía o, si se prefiere, lo tiene estudiado, pero no se atreve a hacer público el fallo. En cualquier caso, no parece que vaya a ser favorable a sus valedores. Hay demasiadas cosas en juego, cosas como el futuro de España y su condición de nación. A pesar de que algún enterado diga que a estas alturas se trata simplemente de reconocer lo que se ha instaurado por la vía de los hechos consumados. Hechos consumados, sí, pero por encima de todo hechos ilícitos, hechos ilegales, hechos anticonstitucionales, hechos condenables, hechos que deben ser condenados. Para eso no hace falta ser catedrático de Derecho constitucional.
¿No es precisamente eso lo que buscaban quienes infringieron sistemáticamente la Constitución española durante años?
¿Y qué decía el documento? Pues sencillamente que el Estatuto de Cataluña era y es una constitución encubierta que, además de recoger la labor de intriga realizada durante cincuenta años, dejaba y deja vía libre a la independencia de Cataluña en una España atada de pies y manos. Y ahí estamos.