Bilateralidad y kindersorpresa
Pájaro bobo considera que los españoles podemos y debemos pensar que la bilateralidad fue un invento del Sanedrín catalán. La idea era situar las negociaciones, de la índole que fuera, entre el Estado español y la Generalidad en un plano de igualdad, prácticamente de nación a nación y luego de Estado a Estado. Mientras tanto, yo pido y exijo, y tú estás obligado a darme, porque sin mí, sin nosotros, no eres nadie. Farol y ficticia posición de ventaja para el bando que, a decir verdad, desde el principio está en clara desventaja en todo. En todo, menos en una cosa.
Pero Zapatero, el tahúr de la eterna sonrisa, se «insurpó» el truco de la bilateralidad y, acto seguido, se lo aplicó al mismísimo Montilla, con recomendaciones del tipo «y, por la cuenta que te tiene, de todo esto no se te ocurra hablar con los burgueses del Sanedrín». Y el tal Montilla, coinventor de la bilateralidad catalana, tragó y calló. De momento. Al menos, eso parece a juzgar por los signos externos.
En realidad, lo que ha hecho Zapatero ha sido perfeccionar su propio método de negociación basado en un lote de promesas con su correspondiente «kindersorpresa» para cada gerifalte autonómico. Ahora la financiación autonómica corresponde a un tratamiento personalizado en el que se combina la multilateralidad con la bilateralidad, pero no a la catalana sino en sentido inverso.
Parece ser que la primera parte de las negociaciones ha sido un éxito para su gestor, que, como siempre, ha repartido promesas a diestra y siniestra. Hasta ahora, todos han salido satisfechos de sus respectivas entrevistas con el dadivoso jefe de Gobierno. Alguno, es cierto, con un sí es no es de duda, cautela o desconfianza en los oídos y las entendederas. ¿Será posible tanta belleza? ¿Y si después resulta que no resulta?
Como siempre, los problemas vendrán cuando el susodicho tenga que hacer frente a sus promesas, sólo que, para entonces, él ya se habrá quitado de encima la plasta, las diecisiete plastas con sus diecisiete implicados. En ese terreno Zapatero es un auténtico maestro. El truco consiste básicamente en conseguir el apoyo de los diecisiete a su plan de financiación y luego dejar que la vianda se enfríe y, a ser posible, pasársela a quien corresponda, como hizo, por ejemplo, con el Estatuto de Cataluña.
Al final, hasta Montilla aprenderá y se enterará de que estaba y sigue estando fuera de juego. Fuera de juego pero en el punto de mira.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cuándo tiene pensado Zapatero deshacerse de Montilla y cambiarlo, verbigracia, por un Corbacho o un Mas?
Mientras tanto, brindemos por España, ahora que no está la ministra de indefensa.
Felices Navidades a todos. Y los creyentes, a rezar para que España no sea un belén.