Catalanización a toda máquina
Parece ser que, de acuerdo con la programación fijada por los futurólogos del catalanismo, en treinta años se habrán alcanzado básicamente los tres objetivos fundamentales:
1) Inpedendencia unilateral de Cataluña
2) Unificación de los Países Catalanes
3) Ocupación y colonización de la España residual
1) Cataluña será plenamente independiente con respecto a España, pero no España con respecto a Cataluña. El acceso directo a esa situación se iniciará con la aprobación del llamado Estatuto de Cataluña, que otorgará a esta Comunidad Autónoma una clara primacía política y jurídica con respecto a España y, simultáneamente, dará lugar a la desintegración y colonización de ésta.
2) La unificación de los Países Catalanes —Cataluña, Valencia y Baleares— es una medida básica para acabar con la hegemonía de lo que ellos llaman Castilla e imponer una nueva mayoría, habida cuenta que esa unificación irá acompañada, en el bando opuesto, por la desmembración de lo que quede de España para entonces, con la independencia de Vascongadas y Galicia, así como con la más que probable presencia árabe en el Al-Andalús.
3) La ocupación y colonización de España por parte de los separatistas catalanes se iniciaron hace tiempo. Concretamente cuando, en el tardofranquismo, los separatistas empezaron a colocar agentes suyos en instancias y resortes de poder, desde la banca hasta los medios de comunicación, pasando por ministerios y empresas públicas y privadas. Esta medida tiene su complemento lógico en el bloqueo de la Administración pública catalana y su estructura política y económica a todo ciudadano español, cualquiera que sea su origen o ideología, practicado e impuesto simultáneamente de manera sistemática.
No debemos olvidar que en estos momentos tenemos al frente de los Ejércitos a una separatista declarada, lo que nos obliga a hablar de un Ministerio de Indefensa.
Así las cosas, cuando está punto de darse a conocer el fallo del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto, Montserrat Tura, consejera de Interior, ha empezado a practicar en su demarcación la catalanización automática de los nombres propios españoles, evidentemente sin consentimiento de los efectados.
No es difícil prever que, por ese procedimiento, en menos de un año toda la charnegada va a chamullar català como el Injusto Molinero y el bolchevique Montilla.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿es cierto que ya está firmada, o a punto de firmarse, la sentencia de muerte de España?
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